Hace un par de semanas publiqué en esta columna, un relato referente a la cortesana Friné (siglo IV a. C.) que logró la más preciada escultura del estudio del maestro griego Praxiteles. Algunas de las personas que me hacen el honor de leerme, se sintieron complacidas con esta historia de la historia y me solicitaron alguna más de ese género. Pues bien, con el afán de satisfacerles, ahí va otra leyenda de Friné que tal vez fuera verídica, a tenor de los relatos de los cronistas que la refieren. La modelo, que pasaba por ser la mujer más bella de Grecia y en cuya sublime figura se basó el gran estatuario para esculpir la Afrodita de Cnido, fue acusada de impiedad ante el areópago por un pretendiente rechazado (según Jenofonte y Aristófanes se trataba de Eutias), por hacer una parodia de los misterios eleusinos, celebrados en honor a las diosas Démeter y Perséfone y compararse con la mismísima Afrodita. Si el tribunal la encontraba culpable de los cargos, la pena era la de muerte, como le sucedió a Sócrates a quien se le obligó a beber la cicuta.

Praxiteles, desesperado por la situación y por su falta de elocuencia, apeló a Hipérides que era uno de los mejores oradores del ágora. El abogado recurrió a la estratagema (sin duda absolutamente machista) de cubrir a la muchacha solo con una sábana. Al final de su parlamento, en una acción teatral, retiró la tela dejando a Friné desnuda ante la curia, que al contemplar la perfección de su cuerpo optó por la absolución (esto sí que es ya pasar de revoluciones el machismo) para, según cuenta Quintiliano, no privar al mundo de tanta belleza.

*Cronista oficial de Castellón