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El campo bravo tiene nombre propio en el interior de Castellón: Sergio Centelles Badal. Este joven ganadero ha conseguido hacerse un prestigioso hueco en el mundo de las ganaderías de reses de lidia de la Comunitat Valenciana. Encarna la tercera generación de una familia dedicada a los toros desde su finca ubicada en Ares del Maestrat.

Su historia se remonta a los años 60, cuando su abuelo, Francisco Badal, empezó con las actividades agropecuarias, las cuales continuaron sus progenitores. Sergio llegó al mundo en 1986 y, tras ello, adquirieron el hierro de los Hermanos Ramos Alonso. La decisión familiar fue adoptar, para el reto empresarial, el nombre del pequeño de la casa. Hoy, 32 años después, es una referencia relevante en el universo taurino.

Es en las dehesas de Ares, en la sierra norte de la provincia, donde se sitúa la cuna de todo: La Massà. Se trata de la finca originaria de la estirpe Centelles. Sus pastos, pendientes escarpadas y los rigurosos inviernos configuran el particular marco donde crían a sus reses. Junto a estos terrenos, en 2013 incorporaron otra explotación en Catí.

En total, más de 300 hectáreas empleadas al cuidado y culto al toro bravo. Actualmente, el 70% de sus animales tiene sangre Domecq y el 30%, de Núñez. En la selección de los astados participan Puchano, el picador, y los diestros Varea, Juan Bautista y Abel Valls, así como los alumnos de la Escuela Taurina de la Diputación. «Buscamos una vaca que vaya por derecho al caballo. En la muleta, que tenga fijeza, prontitud y que humille. En resumen, un animal bravo», tal y como explica Centelles.

Del monte a las calles

En la actualidad, el hierro cuenta con 300 cabezas de ganado. De estas, 90 son vacas de vientre, 60 toros que se lidiarán durante este año y el resto añojos, erales y utreros. Además, adquieren reses a otras ganaderías de renombre para abastecer la elevada demanda que comporta un curso taurino. «La temporada la basamos en los bous al carrer. Nuestros ejemplares se exhiben por toda la provincia, la zona norte de Valencia, Terres de l’Ebre en Cataluña o la zona del Maestrazgo de Teruel», señala el de Ares del Maestrat.

El joven opina que el sector del toro de lidia pasa por «momentos complicados». Advierte de que «falta unión, tenemos que ir todos a una. Además, hay más trabas que nos frenan». Sobre la afición recalca que «el festejo popular es el más arraigado y es el punto de partida para consagrar la tauromaquia», así como pide más oportunidades para las ganaderías y toreros menos conocidos.

Entre sus deseos, que continúe la estirpe familiar. «Me gustaría que mi hijo pueda decidir si quiere seguir de ganadero. Que nadie se lo impida», dice.