Las catástrofes naturales que cada día vemos en periódicos y televisiones pueden pillar a cualquiera desprevenido durante unas vacaciones. El director de cine J.A.Bayona ya mostró al mundo en Lo Imposible la crudeza del tsunami que en el 2004 asoló Tailandia, a través de los ojos de una familia española a la que separó e hirió un colosal desastre natural. Aunque con menor dramatismo y sin consecuencias directas, dos castellonenses han podido vivir también de cerca este verano los terremotos que han afectado a Indonesia, su destino vacacional.

Marta Almodóvar y Ángel Juárez, dos apasionados de los viajes que el año pasado ya recorrieron la India con una mochila y mucho arrojo, se encontraban en la ciudad de Ubud, en la isla de Bali, cuando tuvo lugar una de las réplicas de los terremotos que han sacudido la isla de Lombok desde principios del mes de agosto.

«El temblor nos sorprendió sobre las 11 de la noche, cuando nos encontrábamos ya descansando en la cama. De repente, todo empezó a temblar en la habitación y, como ya estábamos advertidos sobre los otros seísmos que se habían producido, salimos lo más rápido posible al exterior, donde no hubiera riesgo de derrumbe», ha explicado a Mediterráneo la pareja, que acaba de regresar a la provincia, tras acabar su largo viaje.

«Allí nos juntamos las seis o siete personas que nos hospedábamos en unos bungalows del hotel. Estábamos un poco asustados, aunque intentábamos mantener la calma», recuerda Ángel Juárez.

«Sentimos un par de réplicas durante los primeros minutos y el agua de la pequeña piscina exterior se movía de lado a lado por los temblores», explican los castellonenses. Afortunadamente, la situación no fue a más y al cabo de un rato todo volvió a la normalidad. «Esperamos un tiempo prudencial y volvimos todos los turistas a dormir a nuestras habitaciones. Más tarde, nos enteramos de que el epicentro del terremoto que habíamos vivido había tenido una magnitud de 7,2 grados en la escala Richter y que se había originado otra vez en la isla vecina de Lombok, que ya estaba arrasada», relatan los afectados.

Un buen sobresalto

Tras el susto, pudieron continuar con el viaje, pero reconocen que aunque son conscientes de que pueden pasar estas cosas en zonas con tanta actividad sísmica, la situación hizo que se les metiera el miedo en el cuerpo.