El grupo de teatro Maset de Frater lleva hasta el Paranimf, hoy a las 20.00 horas, su último montaje inspirado en el Guernica. En el escenario trabajan de igual en igual actores y actrices con o sin discapacidad.

Teatro Maset de Frater inició su actividad en octubre de 1997. Cerca de treinta personas integran este grupo de teatro, varias de ellas con discapacidad. Para ellos, el teatro es una herramienta de integración, una apuesta por la persona más allá de su limitación funcional. Sus propuestas escénicas les han permitido ganarse un espacio fijo dentro de la programación cultural de Castelló a Escena en las últimas nueve ediciones y es el tercer año consecutivo --en esa ocasión con una obra en valenciano-- en la programación cultural del Paranimf.

Dirigida por Tino Pons, la obra es la historia de unos personajes cuyas vidas cambian de repente con el estallido de la guerra. La violencia destruye sus proyectos e ilusiones. Poble. Una mirada al Guernica es un canto a la vida frente al sufrimiento y la muerte. Un deseo de libertad, justicia y paz y un bello alegato contra los conflictos bélicos, mostrado a través de una fábula.

Una obra de creación propia en la que no se utiliza la palabra y donde los recursos audiovisuales se convierten en un actor más. Todo empieza en la terraza de una cafetería de la plaza de un pueblo, una mañana cualquiera. Un escenario por el que irán desfilando un grupo de personajes ensombrecidos por la violencia que genera el conflicto bélico. “Los actores han estado durante mucho tiempo creando el perfil psicológico y físico del personaje, han sido muchas horas de trabajo delante del cuadro de Picasso analizando sus propuestas para dar forma a cada personaje y adaptarlo a la realidad física de cada caso”, aclara el director de la obra.

Los actores, tengan o no discapacidad, trabajan de igual a igual, tanto en el proceso creativo como encima del escenario. “Improvisación, reformulación e improvisación más compleja”, es la fórmula de la metodología participativa en la que confía Tino Pons. Una vez creado el personaje, el actor exterioriza el perfil psicológico a través de su cuerpo por medio de la gestualidad, la expresión corporal y el dominio del espacio escénico. “No hacemos un teatro especial, sino teatro”, remarca Pons.

Poble tiene una estética expresionista y una cuidada puesta en escena que crea atmósferas oníricas que pretenden atrapar al espectador. “Es un montaje de gran plasticidad que se apoyan en una iluminación muy cuidada, en la música y en recursos audiovisuales como proyecciones de vídeo en momentos puntuales del espectáculo que han creado los propios actores”, dice.

La obra sirve para cerrar el curso Arte dramático y discapacidad, que Frater ha impartido y en el que 25 estudiantes de diferentes titulaciones han tenido oportunidad de conocer de primera mano el trabajo con el arte dramático como propuesta de animación terapéutica, pedagógica y artística.

“Pretendemos crear una reflexión en el espectador, que no se quede indiferente ante lo que ha visto en escena”, apunta. H