El miércoles pasado estuve en Fitur y comprobé la gran calidad de la oferta turística de la provincia de Castellón. Además constaté cierta ilusión por parte de las autoridades públicas competentes, que eran muchas y variadas. Alcaldes, diputados, senadores de todo color, pelaje y condición. Concejales, técnicos de turismo, etc. Lejos quedan los tiempos en que Francesc Colomer y Ximo Puig, entonces alcaldes de Benicàssim y Morella, celebraban eventos paralelos en el Círculo de Bellas Artes, contraprogramando a la feria con actos sin el menor sentido y el tufillo propio de los eventos que salen carísimos y no sirven para nada. Y lejos quedan los tiempos en que la Conselleria de Milagrosa Martínez y el PP de Camps convirtieron la palabra Fitur en sinónimo de corrupción y trajes a medida.

En los stands de este año vi a Amparo Marco charlando con la prensa y vendiendo las virtudes de Castellón. Vi a Paco Toledo muy ilusionado con el bombazo informativo de los barcos históricos. Vi a Rhamsés Ripollés departiendo con el galardonado Pere Cervantes, cerrando su participación en la semana negra de Morella. Vi a Javier Moliner ilusionado con la provincia para la que trabaja. Vi a Andrés Martínez vendiendo las virtudes de Peñíscola. Y los vi a todos juntos. Trabajando. Peleando por la gente de Castellón y por los intereses turísticos de esta tierra. Y me gustó.

*Escritor