Su voz al otro lado del auricular del teléfono surge sencilla, muy amable (mucho), transparente y educada, desde la timidez. No como la engolada, arrogante y diletante de otros escritores que pululan aristocráticamente en el escenario del pensamiento único.

Tony Hill (Barcelona, 1966), baluarte de la nueva novela negra, estará el viernes en Castellón. Es una persona normal, como los personajes de sus obras que andan agobiados entre el marasmo dicotómico del eros y el thanatos, el bien y el mal y la satisfacción y la supervivencia. Ante el devenir actual, sentencia, sin dar lecciones: “La realidad supera a cualquier ficción”.

--Usted se ha convertido en el ‘boom’ de la novela negra contemporánea.

--Bueno, se intenta. No me puedo quejar. La gente está respondiendo muy bien. Lo he notado con mi trilogía, que ha gustado mucho, y ahora con mi nuevo libro.

--Y, ¿qué aporta al género, aunque no le guste mucho eso de novela negra?

--Sí, sí que me gusta la denominación. Me molestan, y mucho, todas las discusiones que hay alrededor. Mi aportación es psicológica y el aprendizaje de muchos años de traducción a los que me he dedicado, y te da un visión diferente de la literatura. Busco en los personajes un punto de misterio, de enigma… que el lector se quede pegado a la obra por la intriga, que empatice con lo que está ocurriendo en la novela.

--Porque la mente del ser humano es compleja, ¿no?

--Sí. El ser humano en sí mismo es complejo, con sus secretos ocultos, con sus fantasías extremas, con sus inseguridades y también con sus envidias humanas.

--¿El ser humano es malo ‘per se’?

--Ni es malo ni es bueno. Está en permanente dicotomía. Entre la supervivencia y la satisfacción. Entre el eros y el thanatos. Incluso con un alto nivel de egoísmo para sobrevivir en una lucha constante.

--Sus personajes son normales. No le interesan las grandes mafias.

--No es que no me interesan, es que las desconozco. Sí sé cómo son las personas de la calle, las que sufren y las que aman. Las de la vida diaria que viven en sus casas.

--La situación actual, con tanta corrupción, da para una novela negra.

--Por supuesto. La realidad está superando a cualquier ficción. El caso Gürtel, la trama Púnica, los papeles de Panamá... son argumentos de una gran novela negra, y reflejan una sociedad incierta, con las miserias de sus políticos, de sus actores, de conocidos por la gente... en una sociedad judicializada, con procesos abiertos... una gran novela negra que refleja las incertidumbres de sus protagonistas ante el mundo. Que habla de esas grandes contradicciones en el ser humano. H