Recuerdo un refrán fruto de una construcción de origen taurino que dice: «A toro pasado todos somos Manolete». Y esto viene muy a cuento ahora, cuando acabando de pasar unos acontecimientos, más de uno y más de dos se complacen o displacen en críticas sobre el origen de la victoria o de la derrota, según el bando, pontificando sobre razones existentes o inexistentes, en detrimento de la razón y en favor de la emoción, tal vez.

«Hay razones del corazón que la razón no entiende», había dicho muy certeramente Pascal hace bastantes años. Ahora es tiempo también de que unos y otros no olviden tampoco aquel castizo refrán: «Al pasar el río, ¡ay, santito mío!, pero ya pasado, santo olvidado».

Es hora de trabajar y pensar que el mejor profeta del futuro, dicen, es el pasado. Sobre todo para aprender de él, tanto de los aciertos cuanto de los errores. Ya se sabe, errare humanum est, errar es propio de la naturaleza humana, pero creo que era Séneca quien añadía aquello de sed perseverare diabolicum, pero perseverar (en el error) es diabólico. Aviso para navegantes.

Presumimos de saberlo todo, hablamos con impropiedad de muchísimas cosas, pero, en el fondo, ¿qué sabemos? Si grandes personajes de la historia cometieron errores, ¿cómo no vamos a cometerlos nosotros, humildes epígonos de aquellos? Seamos humildes y aprendices de aciertos y errores.

*Profesor