Toda la semana en la ciudad con el estrés laboral, humos, atascos y ruidos. Llega el fin de semana y qué mejor que una escapada al campo a respirar aire puro, ver las estrellas del cielo, los animalitos, la comida auténtica, la buena gente. El turismo rural está de moda, hay buenísimos establecimientos y más en la Comunitat Valenciana. El mundo natural frente al artificial urbano, no hay color.

Algunos están tan entusiasmados que se van a vivir allí, buscando la simbiosis con la naturaleza. Pero las cosas no son tan bonitas. Los pueblos tienen muchos atractivos y también muchos inconvenientes. Desde luego, no esperes los servicios que tienes en la ciudad. Hay pozos sépticos, calles y caminos sin asfaltar, y tu coche quizás no sea el adecuado. Las vacas llevan cencerro, mugen y, como todos los animales, hacen caca. Pisar una plasta grande y maloliente no hace gracia. Hablando de olores, los campos recién abonados y las granjas de pollos o cerdos son terribles. Los gallos cacarean al amanecer y te despiertan y los pajaritos se suman a esa fea costumbre.

El campo no es de todos, es de su propietario y saltar la valla no es gracioso. Si te ataca el perro guardián, es porque no deberías entrar. No tiene obligación de ir con bozal y correa. Las moscas abundan cuando hay animales y les gusta tu comida. Los mosquitos pican a la gente. Los que allí viven están acostumbrados, los urbanitas no. Estos deben tener un mínimo de educación y respeto. Si no te gusta, no vayas, pero quejarse de lo que existe desde tiempo inmemorial y es esencia de la zona es tontería.

*Notario