Consideramos el trabajo un bien que nos permite alcanzar aquello que queremos ser, es parte de nuestra vida. Sin embargo, nuestro lenguaraz presidente de la CEOE ha declarado esta semana que el “trabajo fijo y seguro es un concepto del siglo XIX”. En el siglo XXI, nos dice, el futuro del empleo habrá que “ganárselo todos los días”. Con lo que uno piensa que hasta ahora los trabajadores se habían dedicado a tocarse las narices.

Estas declaraciones se relacionan con otras famosas sentencias suyas como aquellas que pedían reformas que duelen pero curan; o cuando decía que había que pagar más impuestos y tener menos servicios; que mejor era trabajar un par de horas que no trabajar; que la incorporación de las mujeres al trabajo es la razón de nuestro alto nivel de desempleo, etc. Hoy sabemos quiénes han pagado impuestos, quiénes están sufriendo y quiénes se han llevado “fuera” los beneficios de estas medidas.

No, no es que este señor tenga la lengua suelta. Es una técnica muy antigua: repetir y repetir un mensaje hasta que cale hondo en nuestro ánimo y aprendamos a estar agradecidos por un salario que apenas permite a millones de personas salir de la precariedad y de la pobreza. Así hasta que entendamos que el valor del trabajo no depende de nuestra contribución a la generación de riqueza, sino de la misericordia de quien nos contrata.

La vida no es fácil, nos decía también su predecesor en el cargo, todo un ejemplo de trabajo serio y respetable. Pero la dificultad no es la misma cuando se ganan millones de euros al mes aprovechándose de los salarios miserables. H