Mi buen amigo el profesor Joaquín Campos me invitó el otro día a presentar su último libro, en un acto que concentró a legión de admiradores de su trabajo científico y siempre argumentado, enunciado con claridad expositiva para que cualquier ciudadano pueda enriquecerse con su lectura. Un libro que trae a colación un mito histórico con una interesante carga semántica como es el vampirismo, que ya, de entrada, supone un atractivo argumento que implica la lectura. Y es que, no olvidemos que el vampirismo al chupar la sangre lo que hace es aprovecharse de la energía vital de la persona a la que se roba el plasma. De ahí el ingenio del profesor Campos que preludia su obra hablando de energía, para justificar luego el fenómeno del vampirismo como un alegato intelectual que es un depredador de la energía vital del sangrado. La realidad esencial del vigor y la fuerza de la energía vista a través del vampirismo supone una transmigración de ímpetu y pujanza, con todo lo que ello implica de vigor y vitalidad.

Ello viene a justificar el título del libro ¿Quién agota mis pilas? poniendo de manifiesto un planteamiento sociopsicológico referido a aquellos que se aprovechan del trabajo y el empeño de los demás. En otras palabras la existencia habitual de vampiros oportunistas que chupan el esfuerzo de esas pilas anímicas personales. Todo ello está relatado con un patente conocimiento de la realidad cotidiana en la que existen esos patentes depredadores vampíricos que en ocasiones pueden habitar en el interior de uno mismo. El libro es un estupendo manual para cazar al vampiro interior y exterior con una labor mental, olvidándose de los dientes de ajo, el Crucifijo o la estaca. H