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Viajero impenitente. Siempre por el Tercer Mundo. «No aventurero», remarca como coartada, queriendo huir de estereotipos y convencionalismos. Su pasión es la fotografía y a ella dedica sus periplos y los personajes que encuentra. Alberto Usó Ortiz presentó ayer en Argot Las últimas tribus del valle del río Omo, en el que refleja en daguerrotipos la vida, las costumbres, los ritos y avatares de pueblos nativos que todavía viven «en la edad de hierro», en el sur de Etiopía, y donde la civilización no es mas que un remoto espejismo. Instantáneas que hablan, que se escapan de las páginas del libro para contar un relato de cómo se vive al margen y fuera del Occidente más burgués, del más sofisticado.

«Hice una selección de más 12.000 fotografías, de las que escogí 700», cuenta Alberto. «Quería el testimonio de sus vidas; los protagonistas son ellos, felices, muy felices, que siempre sonríen», cuenta como retrato de culturas ancladas en el Neolítico», explica.

«Viven al sol, comen mijo y habitan en cabañas -describe el autor-, y son completamente ajenos al estrés, a las comodidades y avances del siglo XXI, en una zona olvidada por la administración etíope en una superficie inmensa que es víctima de la especulación». «Los chinos solo hacen que comprar tierras y tierras para sus plantaciones de caña de azúcar y algodón apartando a los indígenas de sus poblados, de su hábitat natural», lamenta Usó.

Filantropía en estado puro

Realidades inversas en un libro autoeditado, y «cuyos fondos de la venta van destinados a la compra de medicinas, ropa y necesidades básicas de estas tribus», anuncia. Filantropía en estado puro. Para «poder garantizar el futuro de niños que no van al colegio y nacen para trabajar y cuidar del ganado». Un dato sangrante: «La mayoría de ellos están enfermos de malaria»

Tribus como los hamer o los mursi, los koro, y los arbore, los gelepp o los dassanech, o los banna, perfilan un relato de la existencia humana, de sus complejidades y también de su sencillez. «El libro es un homenaje a ellos», sentencia Usó como axioma de vivencias sublimes, de abrazos correspondido. En la Etiopía más profunda.