Otro gallo nos cantara (si buen consejo tomara) si recordáramos la sabiduría popular, reflejada en los refranes. Ayer conversábamos amigablemente sobre Pepe Leches, un popular personaje --aunque yo creo que ficticio--, bastante corto de vista, el pobre, que tropezaba con todo (de ahí lo de leches, los golpes que se daba). Y salió también, cómo no, aquello de «¿quién le pone el cascabel al gato?». Unido todo a la actual situación en la que ni los Pepes Leches dan con la solución ni nadie se atreve a poner el cascabel al gato: unos por otros la casa sin barrer y el cascabel sin ser escuchado.

Esto ocurre en las mejores familias. Siempre hay Pepes Leches y cascabeles olvidados o sin colgar. Mientras, como decimos aquí, «paciència hasta l’agost, i de l’agost per avant, paciència i avant». No se puede reiterar aquello de ir de Herodes a Pilatos, como dicen los cristianos, o de la Ceca a la Meca como sostienen los musulmanes: ir de un sitio a otro sin encontrar solución.

Esperemos que esta situación no acabe en una victoria pírrica en la que lo perdido sea mayor que lo ganado. No ignoramos que resolver situaciones de esta índole sea una cuestión sencilla; nada de eso. Pero el esfuerzo por resolverla bien merece poner toda la carne en el asador. ¿Entiende, lector? Todo para que no muy tarde entonemos el último refrán: ¡Ya está el gato en la talega! Y, con él, logremos la paz octaviana.

*Profesor