Uno de estos días me he encontrado por la calle a un conocido que me ha dicho: “¿Cómo va el año?”. Dos personas me habían hecho la misma pregunta pero cuando todavía estábamos en el mes de enero. Siempre he contestado: “Mira, un año más viejo”. Es una respuesta que favorece el diálogo tópico y breve. Porque sería muy pesado para ambos que yo reaccionara a la pregunta con ganas de dar información satisfactoria y detallada. “Mira, el año me prueba bastante bien, de momento, porque todavía tengo trabajo, mi pierna derecha no me funciona como quisiera, a mi hijo le han prolongado el contrato...”.

Seguro que el amigo al que hace tiempo que no veo me habría dicho: “Mira, chico, solo te lo he preguntado para que me dijeras voy tirando”. La mayoría de conocidos que podemos encontrar por la calle no aceptarían una respuesta adecuada a la pregunta. Por imperativo social, una pregunta que solo es convencional solo admite una respuesta también convencional.

De todos modos, los tópicos ¿cómo te van las cosas? son admirablemente útiles, incluso indispensables. Cuando el interés de quien pregunta es real, el intercambio de tópicos puede dar paso a una conversación auténtica. Los tópicos florecen por todas partes y son un buen sucedáneo de una conversación. Pero no se puede abusar de ellos, y menos de los que pretenden ser un análisis o un juicio de la realidad. H