La semana pasada en esta misma columna hablábamos de sinónimos de la palabra dinero y referíamos que algunos procedían del caló, es decir, del lenguaje romaní, que hablan los gitanos. Hoy me da la impresión que este idioma (porque lo es) queda en bastante desuso. En Castelló, concretamente hay documentadas, en textos del siglo XV conservados en el Archivo Municipal, presencias de caravanas de calés, comandadas por personajes a los que se les conocía como comptes d’Egipte, porque en su emigración hasta nuestra península desde el Penjab, pasaron por Egipto. Por tanto, no es casualidad que esta raza se diga descendiente del rey faraón, de hecho, la inolvidable Lola Flores se apodaba La faraona, aunque ella no era gitana de ley, porque su padre era payo. De hecho, a fines de la edad media, se pensaba que gitano procedía del término egiptano, aunque no faltan especialistas que la hacen derivar de tingitano (esto es, oriundo de Tánger).

En fin, esa coexistencia desde el medievo, hizo que muchas palabras de su diccionario (que hoy existe venturosamente) las hayamos asumido en nuestro lenguaje habitual, singularmente el castellano, aunque, mayormente en términos coloquiales. Me refiero, a título de ejemplos muy conocidos, a pringar, paripé, chungo, nanay, camelo, garito, potra, fetén, longuis, achantar, chivato… y, si mucho me apuran, (y no lo uso como término gramatical copulativo, sino en el del fornicio) hasta chingar, que con la conquista llegó a México, donde hoy es un vocablo de mucho empleo, sobre todo en las mentadas cuestiones de sexo.

*Cronista oficial de Castelló