Empieza el curso escolar y los niños que por primera vez se separan de su familia no pueden reprimir las lágrimas. Uno de ellos se arrima al resto y les abraza, se tocan, se acompañan y se consuelan hasta enjugar las lágrimas. Se trata de una escena real que ha tenido lugar este año en la escuela infantil Isabel González Torres de Xilxes y que evidencia los buenos resultados de la educación emocional con mindfulness. Su directora, María Luisa Teresa (diplomada en Magisterio), junto al terapeuta transpersonal, David Ruiz, instauraron el curso pasado el programa S3P: Mindfulness: atención plena de 0 a 3 años, una novedosa realidad, al que ya asistió el niño --entonces un bebé de seis meses-- que ahora consuela a sus amigos.

Este pequeño es el mejor ejemplo de que el desarrollo emocional es clave en la primera infancia. Cada vez son más las escuelas que implantan técnicas en pro de la gestión de las emociones y desde los primeros años de vida. Teresa y Ruiz, con la colaboración del Ayuntamiento, apostaron por este modelo educativo adaptando el mindfulness al currículo de 0-3 años y han logrado excelentes resultados. Tanto es así que el programa S3P obtuvo el primer puesto en el II Premio Escuela Infantil (2016-2017) de la revista Siena Educación y están en la final del certamen Simo Educación. El 7 de noviembre se conocerá el ganador de los 30 finalistas en el Salón Internacional de Tecnología e Innovación Educativa de Madrid.

‘Somos tres partes’

S3P, que es el acrónimo de Somos Tres Partes, es un programa de desarrollo interior emocional en el que los menores aprenden a focalizar la atención de forma independiente para conseguir estabilidad en situaciones conflictivas. No solo se imparte a alumnos de 0 a 3 años, también va dirigido a padres, madres y docentes (de ahí las tres partes) para que aprendan a escoger de forma serena su posición ante la adversidad. El terapeuta transpersonal David Ruiz dice que el proceso «va encaminado a conseguir un menor sufrimiento que da paso a mayor serenidad y disfrute». El programa se realiza con el apoyo de la atención plena y se fundamenta en el propio autodescubrimiento.

Teresa apunta: «Si un niño llora, nunca le decimos que no lo haga, el clima que establecemos es de total libertad para expresar emociones, lo que hacemos es estar tranquilos, acompañarlo y consolarlo». «Le abrazamos y, entonces, los abrazos entre ellos surgen de manera espontánea hasta que ellos mismos se consuelan», añade Teresa.

Tiempo de atención

Durante su desarrollo en el curso 2018-2019 observaron el comportamiento de los niños para ver su evolución y, en dos meses y medio de trabajo, aprendieron a resolver conflictos sin intervención y aumentaron el tiempo de atención de tres minutos (lo propio en niños de dos años) a 12 y 14 minutos. También ha habido mejoras en el clima familiar y docente, con menos enfrentamientos y más cohesión. El equipo docente ha puesto en marcha más iniciativas.

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