El día que Brasil reportó 656 muertes y 21.466 nuevos contagios por covid-19, Jair Bolsonaro sintió que su temperatura había subido más de la cuenta: el termómetro detectó 38 grados. Luego vino una tos inusual. Entonces se decidió que el presidente se dirigiera al hospital de las Fuerzas Armadas a someterse a un nuevo test para detectar si había contraído el coronavirus. De acuerdo con la cadena televisiva Bandeirantes, el primer resultado ha dado positivo y se le ha repetido la prueba. Sin embargo, el Gobierno de ultraderecha no ha dicho nada al respecto.

Hasta el momento, la pandemia ha provocado 65.556 decesos y 1.626.071 infecciones. Bolsonaro, que en más de una ocasión descalificó al patógeno, al punto llamarlo "gripecita", ya se había practicado otros dos exámenes meses atrás. Los resultados nunca se conocieron oficialmente.

Los medios de prensa conjeturan que el capitán retirado podría haberse infectado en la embajada norteamericana a la que asistió sin mascarilla para sumarse a los festejos del Día de la Independencia de Estados Unidos, el pasado 4 de julio. Bolsonaro no se privó de mostrarse risueño junto con colaboradores y el embajador Todd Chapman.

Veto al uso de mascarillas

Al comenzar la presente semana, Bolsonaro extendió los vetos a la legislación sobre el uso de máscaras que debe llevar la población. Su utilización es imprescindible en "autobuses, aviones o buques fletados colectivos". Pero el Gobierno de ultraderecha ya estableció una serie de desconcertantes excepciones. La semana pasada había eliminado la obligatoriedad en comercios, iglesias y escuelas. En una decisión que los sanitaristas calificaron de imprudente, el presidente extendió a su vez el veto nada menos que a las cárceles donde cumplen o esperan sus condenas 750.000 presos.

Brasil tiene un exceso de ocupación de las unidades penitenciarias. Más de 750.000 reclusos están dispersados en las diferentes cárceles del gigante sudamericano. La prisiones han reportado en toral 5000 casos positivos y 70 fallecimientos, pero se cree que los números no están dando cuenta de lo que ocurre en las cárceles, entre otras razones porque no son actualizados regularmente.

Pero por la tarde del lunes, en medio de las controversias relacionadas con el veto, Bolsonaro comprobó su temperatura infrecuente. Cuando abandonó el Palácio de la Alvorada, la sede del Ejecutivo, le pidió a sus simpatizantes que esta vez tomaran distancia prudencial. "No se acerquen demasiado". El presidente canceló la agenda de la semana.

Los diputados y los senadores deben decidir si aceptan el decreto de Bolsonaro en los próximos días. Para los analistas la política sanitaria la displicencia de una parte de los brasileños y el aumento de los contagios van de la mano. La situación se ha vuelto patente en los balearios de Río de Janeiro y la costa paulista, donde muchos hicieron una interpretación personal del veto del mandatario a las mascarillas y decidieron tomar sol, caminar y platicar con el rostro descubiero. "Las leyes estatales y municipales requieren el uso de una máscara en la playa, pero nadie se cubre la cara. Corrección: hay un vendedor de helados enmascarado", señaló el diario Folha de Sao Paulo sobre la actividad en el balneario de Itamambuca. "Más que la ausencia de máscaras, se destaca la ausencia de preocupación. Los bañistas se reúnen en círculos, juegan, comparten cigarrillos y latas, se acercan a los demás sin vergüenza".

Prueban vacuna china

En este contexto se informó que la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria autorizó el comienzo de las pruebas con la vacuna Coronavac contra el covid-19 que ha desarrollado la compañía farmacéutica china Sinovac. Los test se iniciarán en 12 días. A la vez, desde el 2 de junio se llevan a cabo estudios similares con el prototipo de vacuna de la Universidad de Oxford. El Centro de Referencia para Inmunobiológicos Especiales (CRIE) efectúa los testeos de unas 20.000 personas con la coordinación de la empresa Weckx y el apoyo financiero de la Fundación Lemann, del multimillonario Jorge Paulo Lemann.