La gravedad de la sentencia del Tribunal Constitucional alemán no se puede negar porque cuestiona el principio hasta ahora aceptado de que en el ordenamiento jurídico europeo existe una cadena de mando, una serie de instancias de decisión que culminan en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea, ha advertido este jueves el alto representante para la política exterior de la UE, Josep Borrell, sobre el polémico fallo emitido por el alto tribunal alemán en el que cuestiona la proporcionalidad del programa de compra de deuda pública del Banco Central Europeo. Aunque los servicios jurídicos del Ejecutivo comunitario siguen examinando el contenido del fallo, porque cada palabra cuenta, la sentencia abre la puerta a muchos problemas, augura Borrell.

Si partimos del principio de que los tribunales constitucionales de un país pueden decirle al TJUE que sus sentencias no son aplicables en su territorio es evidente que en cualquier país puede aparecer un problema de esta naturaleza. Puede pasar en países que tienen tendencia a tomar decisiones más autoritarias pero puede pasar en cualquier país, en cualquier dimensión política y por eso es una cuestión fundamental, ha explicado durante un encuentro virtual con corresponsales en Bruselas.

Y, en primer lugar, es importante en el ámbito de política monetaria porque, a juicio de Borrell, el fallo tiene implicaciones importantes para la capacidad de actuación del BCE y el compromiso de hacer todo lo que sea necesario para salvaguardar la estabilidad de la Eurozona. Esa frase mágica salvó al euro en determinado momento y los mercados tienen que saber si el BCE es una institución independiente, que actúa dentro de su mandato sin límites, o estamos en un escenario diferente, ha puntualizado.

PREVISIONES CON "MARGEN DE ERROR ENORME"

Más allá de los efectos de la sentencia alemana, Borrell ha reconocido que la Unión Europea se enfrenta a una crisis sin precedentes, con muchas decisiones pendientes como el plan de recuperación de la UE-, unas previsiones económicas con un margen de error enorme y en la banda optimista porque nadie sabe cuánto va a durar la crisis, ni cuál va a ser la respuesta de la UE, ni las medidas que se van a tomar en la controversia entre Estados Unidos y China. Todo esto depende de escenarios futuros pero todos indican que las cosas, económicamente hablando, no van a ser fáciles, ha alertado.

Según su diagnóstico, la epidemia del coronavirus ha acabado de reventar el modo de gobernanza multilateral que mal que bien seguía renqueando en los últimos años, ha terminado por desequilibrar un mundo que reposaba sobre el liderazgo americano y al orden bipolar le ha sucedido un desorden multipolar, con una creciente rivalidad entre Estados Unidos y China que la epidemia ha exacerbado. Estamos asistiendo a un juego de invectivas mutuas para decir quién es el responsable, acusaciones recíprocas sobre el origen del virus y ambas potencias están desplegando la batalla de narrativas, sostiene el jefe de la diplomacia europea, que ha lamentado que Washington se haya apeado del liderazgo mundial por voluntad propia como lo demuestra su escasa participación en reuniones internacionales y la paralización de facto del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que no ha sido capaz de tomar ninguna resolución.

Aunque la UE afronta este desorden mundial con dos de sus pilares tocados, el espacio de libre circulación de Schengen y el euro, Borrell considera que Europa puede tener un papel que dependerá de su unidad interna y las próximas semanas serán claves para lograr un marco -fondo de recuperación- que ayude a preservar el mercado único. La UE tiene que sacar lecciones y en mi opinión pasa por una mayor integración, ha reivindicado, reclamando más competencias europeas para un ámbito como la sanidad que se ha convertido en un problema a nivel internacional. Tenemos 'stocks' de seguridad de petróleo por si hay una interrupción del suministro. A partir de ahora habría que pensar en tenerlos a nivel de sanidad, ha apostado.