Brasil ya es una de las cuatro fuerzas expansivas del coronavirus en el planeta. Con los 815 casos letales del sábado contabiliza unos 15.000 muertos y una mayor cantidad de contagios que Italia y España. Los casi 234.000 infectados desde que se declaró la pandemia dan cuenta de la dimensión de una crisis que es sanitaria y a la vez política. El presidente Jair Bolsonaro ha perdido a dos ministros de Salud. Primero Luiz Henrique Mandetta, quien defendía la cuarentena contra las oponiones del capitán retirado y, con apenas 28 días en el cargo, Nelson Teich. Las dimisiones han sido el resultado de la misma deriva nace en el corazón del Gobierno de ultraderecha.

"Brasil atraviesa la crisis más grave en la historia republicana", ha asegurado Marco Antonio Villa. Su columna en el semanario Istoé lleva un título por demás elocuente: "¿El suicidio de una nación?", se pregunta Villa y sostiene que el "mejor aliado" del covid-19 ha sido el propio presidente con sus "sucesivas acciones y declaraciones que desmoralizan el protocolo establecido por el propio Ministerio de Salud". En estos meses no solo llamó a la pandemia "gripecita". También ha apoyado de cuerpo presente dos manifestaciones en Brasilia a favor del cierre del Congreso impulsadas por los grupos más radicales. "Bolsonaro hace de las instituciones de ataque su pasatiempo favorito. Y al confrontar a los otros dos poderes, alienta a sus seguidores a comportamientos que se parecen a las milicias nazi-fascistas", señaló en ese sentido Villa.

"El presidente ya ha demostrado repetidamente que pertenece al grupo de personas que desprecian la ciencia", señaló por su parte Hélio Schwartsman, columnista de Folha de Sao Paulo. "El corolario de este hallazgo es que si insistimos en ignorar sus errores, Bolsonaro continuará perpetrándolos". Schwartsman llamó al presidente de la Cámara de diputados, Rodrigo Maia, a "dejar de lado la pusilanimidad y desbloquear cualquier solicitud de juicio político". Los pedidos superan la treintena.

NUEVAS AMENAZAS

La situación que más inquieta a Bolsonaro no proviene por ahora del Congreso. Está relacionada con las investigaciones que tienen lugar en el Tribunal Supremo donde puede aclararse si el capitán retirado ha intentado interferir una serien de investigaciones de la Policía Federal (PF) para proteger a sus hijos. Sergio Moro, su ministro estrella, lo abandonó semanas atrás denunciando la intromisión del presidente en la PF. Su denuncia está ahora en manos de la máxima instancia judicial. Los analistas políticos creen que esa puede ser la llave que conduzca a la salida de Bolsonaro del Ejecutivo.

Semanas atrás, el vicepresidente y ex general del Ejército, Hamilton Mourão, se diferenciaba con sutileza de Bolsonaro al punto de que uno de sus hijos lo acusó de conspirar contra el padre. Pero al terminar la semana, Mourão cambió su discurso y, en un artículo publicado en el diario paulista O Estado, denuncio que Brasil está a las puertas del "caos". Fernando Haddad, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) que fue derrotado por Bolsonaro en las presidenciales de 2018, llamó a tomarse en serio el mensaje del vicepresidente. "Alguien que invoca el auto golpe de estado como principio constitucional no sorprende cuando atribuye la crisis que estamos experimentando a las acciones de gobernadores, legisladores y magistrados". Según la revista Carta Capital, "la discusión sobre la inminencia de un golpe de estado está de vuelta en la agenda".

En este contexto Bolsonaro ha colocado de manera provisional al frente del ministerio de Salud al general Eduardo Pazuello. La militarización del Gobierno, con 10 de los 23 ministerios en manos de uniformados, es apenas uno de los indicios del curso que pueden tomar los acontecimientos a medida que el poder presidencial se erosiona y mientras el covid-19 deja sus marcas en la sociedad. El propio Mourão ha tenido que aceptar el rigor del aislamiento después de que un colaborador cercano se infectara.