Al menos 113 brasileños perdieron la vida este martes por coronavirus. Las víctimas fatales ya son 667 y las infecciones 13.717. Los datos del ministerio de Salud provocaron cierto estupor porque en apenas 24 horas se incrementó un 21% la cantidad de decesos. Sin embargo, el diario paulista Folha ha consignado que las autoridades sanitarias creen que el número de contagiados es mucho mayor y se avecinan momentos más difíciles. Sao Paulo sigue siendo el estado más afectado por el covid-19. En el corazón industrial de Brasil se han registrado 67 muertes durante el último día y ya suma 371 casos letales.

El ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, ha ganado por el momento la guerra que le ha declarado el presidente Jair Bolsonaro, quien quiso expulsarlo del Gobierno de ultraderecha porque defiende las medidas de autoaislamiento social que llevan adelante la mayoría de los estados regionales. Los militares, que en los hechos cogobiernan a nivel nacional, impidieron que un iracundo Bolsonaro desplace al ministro que lo duplica en popularidad. Hasta el Centro de Estudios Estratégicos del Ejército (CEEE) defendió la cuarentena.

Ir contra corriente

Mandetta trata incluso de desandar los caminos de la discordia que han trazado los sectores más conservadores a nivel internacional. Como Brasil tiene "un serio problema con los respiradores mecánicos", el ministro se comunicó por teléfono con el embajador de China en ese país, Yang Wanming, para pedir la ayuda de Pekin que tanto detesta el bolsonarismo. El diplomático se enfrentó públicamente en las últimas semanas se enfrentó con el diputado Eduardo Bolsonaro , hijo del capitán retirado, y con el ministro de Educación, Abraham Weintraub. El legislador había comparado los efectos de la pandemia en China con el accidente nuclear en Chernobyl, Ucrania, en 1986. Weintraub, por su parte, se burló de los chinos en términos insólitos para un funcionario y el embajador lo acusó de racista.

El titular de Salud debe navegar contra la corriente porque, aunque el presidente no pudo conseguir su dimisión, no deja de desautorizarlo. "Bolsonaro revela en crisis que no sabe gobernar", señaló Míriam Leitão, influyente columnista del diario carioca 'O Globo'. A su criterio, el capitán retirado no solo se pelea con su ministro. Tampoco escucha a Organización Mundial de la Salud.

En este contexto, la Comisión de Derechos Humanos y Minorías de la Cámara de Diputados (CDHM) solicitó a las Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que tomaran medidas contra Bolsonaro por haber minimizado los efectos de la pandemia. "El Presidente coquetea con el riesgo de genocidio y subestima la posibilidad de la muerte de los ancianos. Ningún ciudadano, y menos aún un mandatario, puede usar la libertad de expresión para la desinformación y colocar al país en una situación de riesgo para la salud y la vida de más de 200 millones de personas", sostiene la declaración.