Es un patrón ya visto en anteriores ocasiones. Rusia y Arabia Saudí, los dos principales exportadores mundiales de petróleo, no logran consensuar una política para frenar la caida del precio de barril de crudo, la principal magnitud en sus economías altamente dependientes de los hidrocarburos. Y de inmediato el rublo, la divisa rusa, comienza a perder posiciones en los mercados financieros. Este lunes, se ha llegado a cambiar a casi 85 unidades por euro, una cifra no vista desde el 2016, cuando la economía rusa atravesaba una dura recesión.

"El Banco de Rusia está observando la situación en el mercado financiero y está dispuesto a emplear instrumentos adicionales para garantizar la estabilidad financiera", reza un comunicado emitido durante la jornada por la institución que dirige la gobernadora Elvira Nabiúllina. Una de ellas ya ha entrado en vigor, suspendiendo durante 30 días las compras de divisa extranjera para evitar empujar la cotización a la baja. Los resultados de esta política han empezado a notarse este martes, en las que la moneda rusa ha recuperado algunas posiciones.

La perdida de valor del rublo se traducirá a buen seguro en una mayor inflación, tipos de interés más elevados y en consecuencia, menor crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB), un calco de lo que sucedió en el 2014. En el pasado ejercicio del 2019, el PIB ruso registró un leve crecimiento del 1,3%, lo que en la práctica, para una 'economía emergente' como la suya, equivale a un estancamiento

Conlicto entre Arabia Saudí y Rusia

Riad y Moscú han entrado en un conflicto por el precio del petróleo al que no se le vislumbra una alida a corto plazo y para el cual el Kremlin se ha preparado a conciencia. Ha amasado unas reservas equivalentes a 570.000 millones de dólares, una cantidad que le permitirá cubrir los agujeros presupuestarios que deje al descubierto los menguantes ingresos estatales debido al bajo precio del petróleo. Segun las autoridades rusas, el país puede aguantar durante un periodo de entre 6 y 10 años con un precio del petróleo de entre 25 y 30 dólares por barril.

La guerra actual entre saudís y rusos arrancó la semana pasada, cuando Riad, al frente de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) solicitó recortar la producción debido al descenso en la demanda causado por la epidemia del coronavirus. Moscú, el segundo exportador mundial, se negó entonces a secundar al reino del desierto, rompiendo la delicada colaboración que ambos mantenían en este asunto desde principìos del 2017 como las principales potencias exportadoras. La tradicional desconfianza entre los dos países, que se consideran a sí mismos competidores, ha acabado imponiéndose. Al menos por ahora.