El covid-19 ha roto tantas bolas de cristal que solo los incautos se lanzan a hacer predicciones a estas alturas. La esperanza de que la pandemia amaine con el verano, como ocurre con la gripe, choca con las llamadas a la cautela de los expertos.

La estación que inicia en el hemisferio norte del mundo juega contra del virus. El calor empuja a las personas fuera de los espacios cerrados. La humedad arrastra hacia el suelo las partículas de saliva en suspensión. Lo insolación descompone el virus en las superficies. Y sin embargo, no hay pruebas que excluyan la posibilidad de un rebrote durante el verano.

Las evidencias son contradictorias. Algunos estudios ven cierta correlación entre la intensidad del virus y la temperatura en cada región. Otros la desmienten.

LA FRANJA DEL COVID

Por ejemplo, un artículo publicado la semana pasada en la revista 'JAMA' ha identificado una franja del covid. Es una zona, entre 30 y 50 grados de latitud, en la cual se concentran todas las ciudades más golpeadas. Ciudades más al sur de esta franja (como Hanoi, justo al sur de Wuhan), y entonces más calidas, han tenido pocos casos. Pero tampoco los han tenido ciudades más al norte (como Moscú) y entonces más frías. De hecho, la OMS destaca que el virus se transmite en todas las regiones del mundo, inclusas las de clima cálido, húmedo y soleado.

"Todo apuntaría a que hay estacionalidad, pero no tenemos una demostración clara. Puede jugar otras variables. En todo caso, lo que es cierto es que no dejaremos de transmitir", afirma Antoni Trilla, jefe del servicio de medicina preventiva y epidemiología del Hospital Clínic e investigador de ISGlobal.

"En todo caso, creo que sería un efecto pequeño que no podrá parar la transmisión. La mayoría de la población no tiene inmunidad. La higiene y la distancia social siguen siendo más importantes que la estacionalidad", afirma Jeremy Rossman, profesor de virología de la Universidad de Kent.

VIRUS RESPIRATORIO

El covid-19 es un virus respiratorio como los resfriados y las gripes, que sí son estacionales. Se transmiten mejor cuando el tiempo es frío y seco y peor cuando es cálido y húmedo.

El factor determinante es que el calor empuja a la gente a salir a espacios abiertos, o a ventilar los cerrados. Este comportamiento contribuye a diluir la densidad del virus alrededor de quienes lo llevan.

Además, calor y humedad hidratan las partículas de moco y saliva emitidas por la boca y la nariz, dentro de las cuales viaja el virus. Esto hace que caigan a tierra antes, explica Trilla.

Finalmente, los rayos ultravioletas del sol, más intensos durante el verano, desestructuran el ácido nucleico (RNA) del virus y dificultan su supervivencia en las superficies expuestas.

Temperatura y humedad también pueden afectar a la estructura del virus. Por ejemplo, la partícula vírica empieza a deshacerse por encima de los 40 grados, según Kika Colom, Profesora de Microbiología en la Facultad de Medicina de la Universidad Miguel Hernández.

Si se plancha o se lava la ropa a más de 60 grados, el calor mata el virus. Sin embargo, el calor de un secador de manos no es suficiente para matar el virus.

En la práctica, las temperaturas que inactivan los virus se alcanzan en verano en situaciones muy concretas. Eso no es lo determinante de la estacionalidad. La OMS niega explícitamente que el virus desaparezca exponiéndose al sol.

PLAYAS Y AVIONES

Los expertos consultados niegan que ciertas situaciones veraniegas, como coger un avión o irse a la playa, puedan favorecer el contagio. "Con buena ventilación y mascarilla el avión no tiene por qué ser un riesgo", afirma Trilla. "Si no está abarrotada, la playa no me preocupa: hay viento, agua salada, arena caliente y seca. Son todas cosas que van en contra del virus", afirma Colom.

Sin embargo, la investigadora alerta sobre los muchos sitios en los cuales la gente se ampara del calor. "Seguimos estando en verano, pero esos no dejan de ser espacios cerrados", comenta.

"La estacionalidad tiene un pequeño efecto, en mi opinión, pero no será como con la gripe. La gripe cambia cada año, pero la población tiene siempre cierto nivel de inmunidad. Con el covid-19 casi no la tenemos", advierte el científico. Nadie excluye con contundencia que haya rebrotes en verano.

HEMISFERIO SUR

Otra cuestión importante es que el hemisferio sur se encamina hacia la estación fría. "Será muy importante seguir la situación en América Latina, que está aún en una situación de primera oleada", observa Trilla. Para entrever lo que le puede pasar a Europa después de las vacaciones, es interesante vigilar qué ocurrirá en Australia y Nueva Zelanda, que actualmente están casi libres del virus.

De existir, la estacionalidad del covid-19 no será suficiente para archivar las medidas de higiene, según todos los expertos consultados. "Lo seguro es que con distanciamiento social, higiene y mascarilla reducimos la transmisión. Si hace calor, mejor. Pero no lo sabemos con certidumbre y probablemente no es determinante", concluye Trilla.