Castelló llora a hoy a su fotógrafo por antonomasia. A quien durante más de medio siglo contó la historia de la capital de la Plana a través de su objetivo. Vicente Traver, Wamba dejando un legado fotográfico de gran valor histórico que recoge décadas de cambios, progresos, alegrías y algunas tristezas. Heredó el oficio de su padre y se la transmitió con maestría a su hijo, Jorge, que murió hace dos años. Un hecho que le sumió en la tristeza. Fue el encargado de contar en imágenes la crónica de Castelló, primero en blanco y negro y después en color.

Fotógrafo de artesanía, a los 13 años ya hacía sus propios retratos. Daguerrotipos urbanos, sociales, humanos, deportivos, miradas, gestos y audacias. Trabajó como fotógrafo del Ayuntamiento, pero también para el periódico Mediterráneo. Hace tres años cerró el entrañable estudio de fotografía de la calle Mayor, que posteriormente trasladó a la calle San Vicente.

Wamba, nombre de un rey godo, fue el seudónimo elegido por su padre en el 1936 para abrir su primer establecimiento. Sería el apelativo de toda una saga de fotógrafos. Fue el nombre elegido porque era presidente de una colla de la Magdalena que se llamaba así.

Vicente Traver reflejó como nadie la vida cotidiana de «papel impreso que refleja una imagen», como así definía él la fotografía, clara y rotundamente. Por su estudio de la calle Mayor, todo un emblema, pasaron generaciones enteras de castellonenses para inmortalizar sus fotografías de ceremonias y de fiesta castellonera en los recuerdos de toda una vida.

Sabedor de que las nuevas tecnologías «han matado a la fotografía de artesanía, de arte», según sentenciaba Wamba, nunca dejó de lado esa vocación y entrega al objetivo de la cámara. Atrás quedó la cámara Retina de Kodak que siempre llevaban padre e hijo en un bolsillo como un talismán.

Fue el fotógrafo de los grandes acontecimientos de la capital de la Plana: inauguraciones, procesiones, deportes, fiestas, bodas, comuniones… No dejo un rincón de su ciudad por retratar.

Magdalena

Su relación con las fiestas de la Magdalena era como una simbiosis. Todos los domingo de Romería se colocaba sobre el Primer Molí y hacia fotografías de los peregrinos, que luego acudían a su estudio a comprarla. No falló ningún año. Fue presidente de la Gaiata 3 que durante su mandato brilló de forma especial. Gracias a él, fue el primer sector en tener himno y popularizó la venta de figues albardades en la calle Enmedio con Toni el Figuero.

Pasión por el CD Castellón

Era castellonero de pura soca. Si la Magdalena era una de sus pasiones no lo era menos el CD Castellón, que llevaba en su corazón. Desde una esquina de Castalia ha captado miles de imágenes durante décadas de victorias y derrotas, de celebraciones y lágrimas, porque este club formaba parte de su vida, como su ciudad. En el cielo le espera su hijo Jorge que fue presidente de la Federación de peñas albinegras.

Amor por la Lledonera

Fue el fotógrafo de la Basílica del Lledó. Cuánta belleza y ternura de la imagen de la patrona de la ciudad descubrió a través de sus fotografías. Ahora la contemplará, junto a su hijo, cara a cara en el cielo. Castelló y esta, la que fue su casa, el periódico Mediterráneo, le dicen hoy adiós, sabedores de que su recuerdo seguirá siempre vivo a través de sus fotografías. Un legado que urge conservar. El funeral tendrá lugar hoy, a las 17.00 horas, en el tanatorio la Magdalena, donde seguro se escuchará la Salve de Lledó. Descanse en paz.