Tres de cada cuatro euros de facturación de los fabricantes de azulejos y revestimientos cerámicos de Castellón se generan gracias a las exportaciones. Para ello, a lo largo de los años el sector se ha dedicado a tejer una tupida red comercial, con el fin de hacer llegar su producto a la Unión Europea, Estados Unidos o los países de Oriente Próximo.

La situación excepcional con motivo del covid-19 tiene como daño colateral las dificultades para mostrar sus novedades y acabados al exterior. Es por ello que la Asociación Nacional de Fabricantes de Fritas, Esmaltes y Colores Cerámicos (Anffecc) reclamó hace escasos días la reapertura de las fronteras para los viajes de negocios. «Necesitamos que nuestros técnicos comerciales puedan volver a viajar al extranjero cuanto antes», mencionaron, ya que ante la caída de las ventas en el mercado nacional «en más de un 49%, y la difícil perspectiva de recuperación a corto plazo, es esencial para nosotros poder reanudar nuestras tareas de exportación lo antes posible».

El presidente de CEV Castellón, Sebastián Pla, señala a Mediterráneo que el prácticamente nulo margen para la movilidad «dificulta la actividad comercial y por tanto la capacidad de recuperación del volumen de pedidos». Este panorama se completa con la pérdida de mecanismos para mostrar las últimas incorporaciones en los catálogos de las compañías cerámicas. Cevisama pudo desarrollarse con normalidad --pese a la ausencia de visitantes de países orientales-- pero a partir de ese momento la agenda de las ferias fue cayendo como si de fichas de dominó se tratarse. Fue el caso de Coverings, en Estados Unidos, y Mosbuild, en Rusia, que iban a contar con la asistencia de fabricantes y de empresas de maquinaria. Por el momento se mantiene la italiana Cersaie, aunque con un aplazamiento de fechas, al pasar de finales de septiembre a noviembre. Mientras, el sector necesita dejarse ver.