Si de algo nos dimos cuenta al parar en seco nuestra actividad a causa de la Covid-19 es de lo rápido que vivíamos. Las prisas nos acompañaban siempre y, en consecuencia, a nuestros hijos.

Ahora, párate a pensar y contesta a la siguiente pregunta: ¿Cuántas veces vestías tú a tus hijos porque si les dejabas hacerlo a ellos solos saldrías de casa cinco minutos más tarde? Y así con otras tantas tareas: lavarse los dientes, peinarseetc. E aquí la primera consecuencia negativa de las prisas, más allá del estado de estrés que producen, estamos impidiendo que nuestros hijos se conviertan en individuos autónomos.

Por eso es tan importante, de cara a esta nueva normalidad, plantearnos como propósito fundamental: respetar sus tiempos, no ir siempre con prisas.

Respetar los tiempos de nuestros hijos

Un error muy habitual que cometemos es no calcular bien los tiempos necesarios para llevar a cabo las actividades del día a día. Tendemos a calcular el tiempo en función de lo que el adulto necesita, olvidándonos que el tiempo de los niños es mayor. No tienen ni la misma destreza del adulto, ni la misma capacidad para hacer las tareas, y, además, los niños se distraen con una gran facilidad, basta que se encuentren un juguete o un hilito en la alfombra para que se pongan a jugar con él.

Por tanto, el primer paso es tener en cuenta los tiempos de nuestros hijos, no los nuestros. Pero, ¿qué más podemos hacer? La psicóloga infantil Silvia Álava nos da las claves:

1. Las órdenes de una en una. En ocasiones mandamos a los niños varias cosas a la vez: quítate los zapatos, coloca la mochila, lávate las manos y a merendar y no nos damos cuenta que sin quererlo estamos saturando la memoria de trabajo del niño. Mejor decirles las cosas de una en una y darles el tiempo necesario para que lo realicen.

2. Cronometrar el tiempo que tardan en hacer las tareas. Puede ser una herramienta de motivación para los niños, pero siempre utilizada para motivar al niño a que cada vez lo hagan más rápido y mejor, no para estresarlo.

3. Planifícate bien. Nos da mucha pena despertar a los niños pronto por la mañana pensando que así dormirán más. Párate a pensar, ¿no será mejor acostarse un poco antes para no suprimir horas de sueño y así que por la mañana tengan el tiempo suficiente para poder hacer las cosas ellos solos, sin prisas ni estrés?

4. Busca tus fugas de tiempo. Hemos hablado que sería conveniente que los niños se acostasen antes para así, por la mañana, puedan despertarse con tiempo para favorecer su autonomía. Párate y observa que hacéis por la tarde-noche, seguro que hay alguna actividad como ver la televisión, la tablet... de la que se pueden reducir esos minutos tan necesarios por la mañana acostando a los niños antes.

5. El aprendizaje requiere tiempo. Todos, cuando estamos aprendiendo, cometemos errores que tenemos que solventar. Los niños también. Por eso es importante que reserves el tiempo necesario para poder solucionar los imprevistos que puedan surgir. Por ejemplo, en el desayuno y las comidas, cuando los niños son pequeños, es probable que se les caiga algo. Tienen que aprender. Si vamos con prisas, en lugar de enseñarles la forma correcta de hacerlo y que nos ayuden con una sonrisa a limpiarlo, lo más probable es que haya un bufido por parte de los adultos porque ya vamos tarde.