La crisis del Covid-19, una pandemia global sin precedentes, ha provocado una reducción radical del tráfico que se está traduciendo en una mejora de la calidad del aire en las grandes ciudades también sin precedentes. Según un informe de Ecologistas en Acción, los niveles de contaminación atmosférica por dióxido de nitrógeno (NO2), el contaminante típico emitido por los tubos de escape (también de las calderas), se han reducido en un 55% respecto a los niveles habituales durante las primeras semanas de confinamiento en las principales ciudades de España

El informe, ‘Efectos de la crisis del Covid-19 sobre la calidad del aire urbano en España’, parte de las mediciones oficiales en 24 ciudades españolas. Los niveles recogidos están “muy por debajo” de los límites recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En concreto, la reducción del tráfico derivado del decreto de estado de alarma ha conseguido reducir los niveles de contaminación un 77% en la Zona de Bajas Emisiones (ZBE) del ámbito Rondes de Barcelona y un 75% en el interior de la M-30 de Madrid. En este punto merece la pena recordar que la ZBE aspiraba a reducir en un 15% los niveles de contaminación.

La organización sin ánimo de lucro ha analizado los datos recogidos en 125 estaciones de medición durante el pasado mes de marzo y de los diez años anteriores. Esto les ha permitido encontrar diferencias entre las estaciones orientadas al tráfico y aquellas situadas en ámbitos residenciales. La mejora de la calidad del aire es mayor en las segundas. La disminución del tráfico pesado, cabe destacar, se sitúa estos días entorno al 50% según la Dirección General de Tráfico (DGT).

También se han observado diferencias territoriales y el efecto de las precipitaciones y la inestabilidad atmosférica predominantes durante el mes de marzo: “Se aprecia una menor reducción de la contaminación en las ciudades de la cornisa cantábrica, debida seguramente a factores metereológicos no identificados. En cambio, en las ciudades del litoral mediterráneo son las que más han rebajado los niveles de NO2, hasta concentraciones más propias de estaciones de ámbito rural”, detalla la organización.

Cambios estructurales

La reducción drástica de los niveles de NO2, un gas irritante que agrava las enfermedades respiratorias, es siempre una buena noticia si se tiene en cuenta que la exposición continuada a este contaminante provoca cada año unas 7.000 muertes prematuras, subrayan los ecologistas, si bien lamentan igualmente las consecuencias de la pandemia y se solidarizan “con todas las personas que la están sufriendo, así como con los servicios públicos esenciales”. En otras palabras, habrían deseado esta reducción en otro contexto y como resultado de un cambio de hábitos voluntario y medidas estructurales.

En este sentido la organización ecologista explica en su informe que esta crisis sanitaria ha puesto en evidencia que “la reducción estructural del tránsito motorizado y los cambios en las pautas de movilidad son la mejor herramienta para reducir la contaminación del aire en las ciudades”. Así, los ecologistas defienden la necesidad de implantar zonas de bajas emisiones “ambiciosas” y potenciar el transporte público, la bicicleta y los desplazamientos a pie una vez finalice la crisis del Covid-19. Se trata de evitar volver a los niveles de contaminación anteriores a las medidas de confinamiento porque, recuerdan, la calidad del aire también es una cuestión de salud pública.