«Los pueblos los hacemos grandes o pequeños los que vivimos aquí». Estas palabras de Juan Zaragozá, un empresario de les Coves de Vinromà, resumen lo que está sucediendo en la práctica totalidad de los pequeños municipios de la provincia de Castellón. La actual situación de emergencia social y sanitaria requiere de implicación, y en este pueblo de poco más de 1.800 habitantes el compromiso individual por un bien colectivo ha sido la tónica dominante, para orgullo de su alcaldesa, Mónica Nos.

No tener ningún caso de covid-19 ha conferido al estado de alarma una relativa calma, pero es que, como dice Nos «prevenir es esencial, es lo que tengo en la cabeza cada día cuando me levanto», así como la máxima de que «en lo malo siempre hay que buscar un lado bueno» y en este caso sería reconocer dónde está la calidad de vida, «le hemos dado la vuelta a la tortilla. Con el teletrabajo se ha demostrado que no hace falta ir físicamente a los sitios. A lo mejor esta nueva realidad podría dar vida a los pueblos».

Aunque vida no les falta, como la que aporta la asociación de jóvenes que se encargan de organizar las fiestas --que deberían haberse celebrado entre la última semana de mayo y la primera de junio-- que no contentos con presentarse voluntarios para distribuir las mascarillas adquiridas por el Ayuntamiento entre todos los vecinos, «hemos ofrecido el presupuesto de las fiestas de este año para ayudar en lo que haga falta», como explica Arantxa, una de sus integrantes.

Hasta que se inició la fase 0, Jenny, una trabajadora municipal, se encargó de atender a los más mayores --que suponen el 70% de la población--, en especial a los que viven solos. Empezó haciendo la compra a unos 25, que acabaron siendo 53 cuando se flexibilizó la movilidad. «Me siento muy orgullosa de haber contribuido a facilitar la vida de las personas que han dado la cara por este país», asegura, mientras confirma que aunque ya no presta el servicio, «siguen llamándome, para charlar, me preguntan cómo estoy. Dicen que me echan de menos. Es algo muy bonito», concluye.

En cuanto a Juan Zaragozá, siempre ha tenido la convicción de que hay que ayudar siempre, pero ahora más que nunca. Cuando el Ayuntamiento lo requiere sale a desinfectar con un atomizador de los que vende que estrenó para esta labor. Si de su voluntad dependiera «saldría todos los días, las horas que fuera necesario, todo lo que haga falta por el pueblo», remarca. Y así, con pequeñas aportaciones, les Coves es otro de esos lugares enormes en humanidad, la que vencerá a esta crisis.