El pleno del Congreso aprobará este miércoles la última prórroga del estado de alarma que finalizará a las 00.00 horas del próximo 21 de junio, dos meses y seis días después de ser decretado por primera vez ante la pandemia del coronavirus.

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Pedro Sánchez ha aprovechado el último debate parlamentario sobre el estado de alarma para clamar contra la crispación política. En un momento en el que la tensión dialéctica está alcanzando cotas muy altas, con la oposición de derechas acusando al Gobierno de recortar libertades, no respetar la división de poderes y ser responsable de las más de 27.000 muertes por el coronavirus, el presidente ha llamado a la "unidad" en un momento tan grave, frente a la "mezquindad de la pequeña política". Sánchez teme que algo similar a lo que está ocurriendo en EEUU, un país profundamente dividido, con enfrentamientos en las calles a raíz de la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía, ocurra en España.

Al final de un discurso de algo más de una hora, durante una cita en el Congreso en la que el Ejecutivo llevará el estado de alarma hasta el próximo 21 de junio con los votos de Cs, el PNV y Más País, y la abstención de ERC y Bildu, Sánchez ha querido detenerse en la bandera rojigualda, omnipresente en las protestas de la derecha contra el Gobierno.

"Es el símbolo de la nación, es la bandera de todos y todas, representa nuestra voluntad de vivir juntos. Por eso nadie está fuera de la bandera y nadie tiene el derecho de usar la bandera contra otro compatriota. Estamos aquí porque nos han votado los ciudadanos. No hay malos españoles y buenos españoles. No usemos la bandera como si fuera un arma, no empleemos el nombre de España en vano. Estamos viendo el veneno cuajar en EEUU y no queremos verlo en España. Digamos 'no' al veneno del odio, 'no' a la violencia física, 'no' a la violencia verbal, 'no' al insulto, 'no' a la provocación. Nuestros padres no se sacrificaron por esto", ha señalado el líder socialista, durante un discurso en el que las menciones a la "unidad" han sido constantes.

Pero el Gobierno no confía en que estas apelaciones calen en el PP y Vox. De hecho, importantes miembros del Ejecutivo han contribuido también a la crispación, como el vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, que la semana pasada acusó al partido de ultraderecha de "querer un golpe de Estado", pero no "atreverse", unas palabras que sentaron mal en el entorno del presidente. El líder de Podemos se disculpó poco después, pero de una forma extraña: señalando que había dicho "la verdad", pero que se había "equivocado", porque como vicepresidente no debe lanzar esas acusaciones.

Dentro de este clima de alto voltaje, el 8-M ocupa un lugar especial. Fernando Grande-Marlaska se encuentra en su momento más bajo como político, a raíz de la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil, motivado por la investigación por parte del instituto armado de la manifestación por la igualdad justo antes de que se declarara el estado de alarma. En su intervención inicial, Sánchez no ha defendido a Marlaska, pero sí ha reivindicado la cita feminista. "Queremos un país de igualdad entre hombres y mujeres. Lo digo alto y claro: viva el 8 de marzo", ha señalado.