Se quedaron congelados el pasado 14 de marzo con estado de alarma y, como han podido, han sobrevivido virtualmente al extendido invierno del COVID 19. Pero, capitaneados por el IVAM (el treintañero Instituto de Arte Moderno de Valencia) los grandes museos españoles han iniciado este lunes, en su día internacional, su particular deshielo, su primavera aplazada.

"Todo se quedó congelado, el tiempo se quedó suspendido", explica el artista Jorge Peris, cuya inauguración ha sido la primera post-coronavirus en una de las grandes pinacotecas españolas. Ni el Guggenheim de Bilbao, ni el Museo de Bellas Artes de Sevilla o el Museo Picasso de Málaga, que podrían haber abierto, lo han hecho aún y apuntan a hacerlo a finales de mes. Para la primera quincena de junio está prevista en principio la apertura de El Prado, el Reina Sofía, el Thyssen, el Museo Nacional dArt de Catalunya o el MACBA.

Les esperan los aforos reducidos a un tercio, los itinerarios marcados en el suelo y las mascarillas y guantes obligatorios que han marcado el primer día el IVAM y en los otros museos de Valencia que han abiertos sus puertas. Lo han hecho para recibir a un puñado de visitantes habituales (y casi a tantos periodistas en busca de las primeras historias con mascarilla en un museo más allá de las pantallas de las tabletas).

Ana y Amparo se mensajearon el domingo. "Me dijo que abrían el IVAM y nos hemos venido", cuenta Ana. También que son fijas y que creen que a usuarias como ellas no les afectará mucho, más allá de la "incomodidad" de comentar las obras enmascaradas. "Pero sí en inauguraciones y performances que juntan a más gente y que son las que atraen a los que no vienen tan habitualmente", explica Amparo.

Celia ha venido con tres amigas, el IVAM estaba también en su agenda antes del coronavirus y asegura que lo seguirá estando. "La mascarilla vale, ¿pero los guantes? Es que en un museo no se puede tocar nada y son realmente incómodos", recuerda. Los folletos están prohibidos. A cambio, la entrada es (de momento) gratis

Peris no acierta a atisbar cómo van a convivir los museos con esta nueva realidad. "Están pasando cosas pero no sabemos lo que va a pasar", admite. A él el decreto de confinamiento le cogió montando. "Habíamos empezado diez días antes y el 13 fue el último día que pudimos trabajar. Ahí se creó un tiempo elástico que aprovechamos para hablar, para pulir algunas cosas. Luego, cuando se empezaron a relajar las medidas, pudimos volver a acabarla", explica.

Al final han sido un retraso de un par de meses para abrir al público Dark Man a lomos del Pájaro de Fuego, una exposición con cinco obras del artista valenciano a partir de muebles de entre finales del s. XIX y principios del XX encontrados en cementerios (y en algún basurero).

Artistas a pleno rendimiento

El escultor de Alzira admite bajando la voz que estos dos meses han sido muy fructíferos para muchos artistas. "A ver cómo ponéis esto para que se entienda porque lo que ha pasado ha sido gravísimo", subraya.

El confinamiento ha multiplicado las horas de creación en los talleres pero sobre todo lo ha hecho "el bajón" del ritmo de la vida alrededor. "Yo he trabajado más que nunca", admite con un punto de vergüenza.