"Es muy desagradable no poderte despedir de tu padre, sin posibilidad de velatorio y entierro. Es inhumano», relata Valentín Gómez a la hora de expresar la tristeza que supone no acompañar a un familiar en el viaje a su última morada, desde que el Gobierno decretó el estado de alarma por la pandemia.

El padre de Valentín moría el pasado sábado, no sabe «de qué, ya que no le han podido hacer la autopsia», explica. «Nos lo encontramos muerto en la habitación y, pese a que tenía algo de demencia senil, se hallaba en perfecto estado, aunque la noche anterior lo vimos muy inquieto», recuerda Valentín. Lo enterraron el domingo por la mañana en un sepelio exprés en el camposanto de San José, solamente con la asistencia de los tres hijos del fallecido y el cura que reza un responso.

«Todo pasó muy deprisa. Rellenas el formulario de la funeraria y, seguidamente, ya te encuentras en el cementerio dando sepultura a tu familiar», cuenta Gómez, quien indica que «es una de las peores experiencias» que ha tenido en la vida». «Creo que nadie nos merecemos ser enterrado en estas circunstancias, con mucha soledad y mucho dolor», dice.