Si la pandemia de coronavirus lo permite, a mediados de junio volverá La Liga, o algo parecido a lo que conocíamos como La Liga. La nueva normalidad en el fútbol significa estadios sin aficionados, publicidad sobre los asientos vacíos, celebraciones sin abrazos y mascarillas en los banquillos, pero también significa entregar definitivamente el fútbol profesional a la retransmisión televisiva, ese sustento económico que siempre había querido sobreexplotar Javier Tebas y en el que ahora se centran todos los esfuerzos de la patronal que preside.

Para reanudar el campeonato, primero tendrán que pasar unas semanas sin demasiados sobresaltos en las fases internas del fútbol para llegar a la mentada nueva normalidad, esa que va a traer un aforo limitado a los estadios, solo con personal de seguridad y los ocupantes mínimos en los palcos, las gradas y las cabinas, además de los futbolistas, técnicos y árbitros en el terreno de juego.

AMBIENTE FRÍO

Sin aficionados en las gradas, sin ambiente, sin cánticos ni proclamas, el objetivo de la Liga de Fútbol Profesional es evitar que se repitan esas sensaciones poco agradables de partidos a puerta cerrada en el pasado: el ambiente frío, los planos desoladores de la grada, los gritos de los jugadores o el eco del balón tras un golpeo. "Queda una visión horrorosa de la grada vacía, pero estamos trabajando en nuevos temas imaginativos", adelantó el presidente de La Liga, Javier Tebas, esta semana.

Una solución que baraja La Liga, como alternativa a las clásicas lonas gigantes para cubrir el hueco, es proyectar publicidad sobre la grada vacía. Otra fuente de ingresos alternativa a los aficionados que debían ocupar esas butacas que se ven en el tiro de cámara. "Una parte de la publicidad virtual serán mensajes en Twitter que vayan llegando durante el partido", reveló Tebas, casi como una concesión.

En Bielorrusia, la única liga europea que no ha parado, apostaron por vender entradas virtuales para que la cara impresa del aficionado en un maniquí ocupara su asiento. La idea funcionó y se ha extendido a Alemania, donde el Borussia Monchengladbach ya ha mostrado cómo lucirá su estadio repleto de muñecos de cartón con el rostro de sus socios. Mientras, en China, el Rakuten Monkeys de la liga de béisbol utilizó casi 500 robots para ocupar parte de la grada.

NUEVAS VISIONES

El posicionamiento de las cámaras que retransmiten el juego podrá cambiar sin la obligación de mostrar la grada, como aquellos partidos del Alavés en los que la retransmisión de La Liga no mostraba las protestas de la grada contra la gestión de Tebas. "Las realizaciones no tienen por qué ser siempre desde el mismo plano. Va a haber nuevas visiones con diferentes posiciones de las cámaras", adelantó el presidente de La Liga. Para paliar la falta de ambiente, las opciones van desde los cánticos que emitió el Valencia en su último partido sin público, ante el Atalanta en Champions, hasta ideas más interactivas en las que el aficionado podría participar.

Mientras los clubes empiezan a entrenar en circunstancias atípicas, la adaptación a jugar sin afición es una incógnita: "Queremos que los jugadores se familiaricen con la nueva situación", dijo Jagoba Arrasate, técnico del Osasuna, tras la primera sesión después del covid.

El entrenador argentino Diego Simeone equipado con mascarilla y guantes durante el entrenamiento del Atlético. / (AFP)

Este fin de semana es noticia Corea del Sur, ejemplo en muchos aspectos de la gestión de la pandemia, donde su liga ha arrancado como banco de pruebas del nuevo fútbol, ese que es extraño, desapasionado e higiénico. Si todo va bien, en una semana regresa la Bundesliga, ya oficialmente sin choques de manos en la previa, tras el partido o en la celebración de los goles. Los equipos no entrarán juntos al campo y todos los integrantes del banquillo tendrán que usar mascarilla.

Para un futuro a una distancia incierta queda la intención de que los primeros aficionados vuelvan al estadio. En Estados Unidos ya se han impulsado propuestas para ocupar un porcentaje reducido del aforo habitual, con los accesos condicionados y con controles de temperatura corporal en las entradas.