En Mediterráneo seguimos poniendo rostro a la trágica pandemia de coronavirus que está azotando a tantas familias. Uno de estos rostros es el de Isabel Moral, quien lo ha pasado realmente mal desde que notara sus primeros síntomas en Benicàssim allá por el 8 de marzo, y ha tenido a bien contarlo con un firme propósito: “Me gustaría decir a la gente que tenga cuidado, que esto no es ninguna gripe, que nos va la vida en ello y no haga locuras durante el confinamiento”. También quiere aprovechar la oportunidad para lanzar un mensaje a los políticos: “Cuando más enferma estaba les veía tirarse los trastos a la cabeza unos a otros y me preguntaba si no sería posible un poco de unión al menos mientras dure el estado de alarma, porque somos miles las personas que estamos sufriendo la enfermedad solas en casa y necesitamos apoyo social y político. Una vez pase todo, si quieren, que vuelvan a pelearse”.

La tormentosa relación con la covid-19 de esta madrileña residente en Benicàssim desde hace 16 años se remonta al 8 de marzo. De hecho, en esa fecha pretendía acudir a la marcha feminista que se iba a realizar en Castelló, pero comenzó a encontrarse mal y acudió a Urgencias. “Creía que era una gripe, y el médico que me atendió, también. De hecho me recetó Paracetamol y un antihistamínico, pero no mejoraba en absoluto”, recuerda.

Un proceso tortuoso

Fue en esas fechas cuando se decretó el estado de alarma, por lo que “no podía acudir al médico. De hecho desde el 8 de marzo no me ha visitado ningún sanitario. Me he sentido sola, abandonada y asustada”, remarca. Prosigue Isabel Moral con su relato de la siguiente forma: “Comencé a sentir otros síntomas. Unos dolores de cabeza espantosos para los que me recetaron Nolotil por teléfono, tos y esputos con sangre, dolor de garganta que me impedían incluso hablar…”. Con estos síntomas, según indica fue diagnosticada por coronavirus, aunque no se le ha sometido a ningún test que lo pueda confirmar: “Me dijeron que me contabilizaban como enferma de covid-19 y que no podía pisar la calle, pero hasta la fecha no me han podido confirmar si lo he pasado, lo estoy pasando o lo he superado”. Cuando se le pregunta por dónde pudo ser contagiada afirma no haber salido de la provincia en los últimos meses, por lo que desconoce dónde pudo contraer la enfermedad.

Al margen de estas molestias físicas, Isabel tuvo que lidiar con las molestias logísticas de vivir sola: “A partir de ese momento mi exmarido tuvo que llevarse a mi perro y me traía la compra y los medicamentos, que me dejaba en la puerta sin ningún contacto”. Así estuvo hasta la pasada semana: “El 16 de abril me dieron el alta, pero sin test, sin pruebas y sin verme ni en el ambulatorio de Benicàssim pese a que tengo un grado de discapacidad del 65% y era por tanto persona de riesgo”. Incide por tanto la mujer de 59 años que ha sentido “un abandono total por parte del sistema sanitario. Me llamaban cada tres o cuatro días para ver cómo estaba y cuando les dije que me costaba respirar me contestaron que me tomara Trankimazín porque sería ansiedad”. Hay que felicitarse, eso sí, por su estado actual: “Por suerte ahora ya estoy bien y con unas ganas enormes de poder abrazar de nuevo a mi familia”. Reconoce por último que lo ha pasado “muy mal”, pero desde aquí podemos decirle que ya ha pasado lo peor.

Recuerda que si te ha afectado o te está afectando el coronavirus en Castellón puedes contactar con Mediterráneo para contar tu testimonio. Conoce todos los detalles pinchando aquí.