Israel pierde el control del coronavirus. Después de decretar un segundo confinamiento el pasado viernes, el Estado hebreo observa cómo las cifras de contagios siguen en aumento hasta llegar a los 6.861 este martes en un país de nueve millones de habitantes. El Gobierno de Netanyahu se ha reunido este miércoles para atajar la situación con medidas más duras como el cierre de sinagogas y negocios no esenciales o las restricciones en las manifestaciones. Miles de personas hartas de la gestión de Bibi se concentraban este sábado a las puertas de su residencia exigiendo su dimisión.

Tras superar los 200.000 casos de coronavirus y el millar de muertos con 1.316 víctimas, Israel se ha convertido en uno de los países del mundo con mayor morbilidad. Actualmente, cuenta con 54.324 casos activos. Mientras algunos hospitales han alcanzado el límite de su capacidad, las autoridades han empezado los planes para el establecimiento de un hospital militar de campaña que cubra las elevadas cifras de afectados.

Las altas cantidades de contagios coinciden con un aumento de los test realizados, en concreto unos 60.000 durante la jornada del martes. Uno de cada cuatro miembros analizados de la comunidad ultraortodoxa, conocida por su insubordinación durante esta pandemia, ha dado positivo en coronavirus, comparado con el 11% de media nacional. Junto a un mayor seguimiento del virus, el Gobierno de Netanyahu se plantea una posible declaración de emergencia nacional que permita endurecer el confinamiento dejando el funcionamiento económico e industrial en el mínimo imprescindible.

Año nuevo judío en casa

Ante un segundo confinamiento flexible, las nuevas medidas implicarían el cierre de sinagogas y negocios no esenciales, la limitación del rezo en común en interior y en exterior, la restricción de reuniones hasta cinco personas como máximo e, incluso, el cierre del aeropuerto internacional de Ben Gurión. Mientras, la ciudadanía celebra en excepcionales condiciones las principales festividades judías del año, como Año Nuevo (Rosh Hashaná, del 18 al 20 de septiembre), el Día del Perdón (Yom Kipur, del 27 al 28) y los Tabernáculos (Sucot, del 2 al 9 de octubre).

La ciudadanía israelí lamenta la deplorable situación económica a la que se enfrenta Israel, con un 20% de paro y 110.000 nuevos desempleados desde la semana pasada. En un gesto de solidaridad, los diputados, los ministros y el primer ministro han accedido a reducir su salario en un 10%. "Le he pedido al gobierno que aplique la congelación y la reducción de la cuota a mi salario también", ha tuiteado este martes el presidente de Israel, Reuven Rivlin.

Pese a sus éxitos en la arena internacional, la nefasta gestión de la pandemia ha hecho que la confianza en Netanyahu caiga hasta el 27% después de haber alcanzado su punto más álgido en abril con un 58%, según el Israel Democracy Institute. El primer ministro ha declarado que a la luz de la rápida propagación del virus, perseguiría un "cierre general amplio y un endurecimiento significativo de las restricciones de inmediato". Miembros de la coalición Azul y Blanco, su actual socio de gobierno, han criticado su "obsesión" con medidas más restrictivas para achacar las protestas que desde hace cuatro meses, exigen su dimisión.

"LUCHO POR LA SALUD PÚBLICA"

"Hoy 31 personas han muerto por coronavirus; lucho por la vida del pueblo de Israel, lucho por la salud pública", ha respondido la oficina de Netanyahu este miércoles. "Al mismo tiempo, están los que se dedican a la política mezquina. Estamos en guerra. Despertad!", ha concluido en una declaración. Las críticas también llegan por parte de la comunidad ultraortodoxa que denuncian la libertad de los manifestantes para concentrarse en millares mientras sus rezos son limitados durante las festividades judías.

"Las instituciones educativas estarán cerradas, la economía se limitará al trabajo esencial, las sinagogas no tendrán oraciones en el interior, con arreglos para la oración al aire libre, y se permitirán manifestaciones sin que los manifestantes viajen entre ciudades", ha dicho el viceministro de Salud, Yoav Kisch, a Channel 12 TV. "Todos se manifestarán donde quieran, rezarán donde quieran y se quedarán en casa; eso es lo que se requiere ahora ", ha concluido Kisch.