El pasado 5 de marzo, salía el economista madrileño Jesús Cubero de una comida de celebración de su 50 cumpleaños cuando le sonó el móvil. Era una nerviosa llamada de una residencia de Madrid; estaban en situación crítica y pedían ayuda. Era el comienzo de un infierno que no ha desaparecido de su teléfono. El secretario general de AESTE, patronal mayoritaria de residencias, es testigo principal de lo ocurrido en los geriátricos.

Cubero ha trabajado en fundaciones y entidades sociales relacionadas con la cárcel, con la discapacidad y con la ancianidad. De hecho, es hermano de una mujer discapacitada que acude a un centro de día. E hijo de una pareja anciana. El padre, de hecho, sufrió una crisis respiratoria el 18 de marzo, pero tuvo suerte: no fue covid-19. Reconoce Cubero que ese día se le heló la sangre.

¿Por qué está habiendo rebrotes en las residencias?

Es que no se están produciendo rebrotes en las residencias, se están produciendo en la sociedad. Si se está retomando la normalidad en las visitas a las residencias, es más fácil que se contagie algún trabajador o que los familiares puedan contagiar a residentes. Por eso estamos extremando las medidas y, si se detecta algún caso, cortamos visitas. Estamos intranquilos. Deberían ser más férreas las administraciones públicas con las salidas de los residentes fuera de los centros.

¿No se deberían permitir visitas de los ancianos a la familia, o paseos por un centro comercial, por ejemplo?

Hay que entender la situación de las personas que llevan tanto tiempo confinadas. Pero cuando sale alguien de una residencia a un entorno no controlado, a visitar a la familia, a un centro comercial o a comer fuera, no sabes en qué situación vuelve esa persona, aunque le tomes la temperatura cuando entre y no manifieste síntomas. Corres el riesgo de un nuevo contagio. Se deberían controlar mucho esas visitas. Hay rebrote: pedimos a las familias y los gobiernos que no se relajen con las salidas de los mayores. Es un riesgo por el que el virus vuelve a los centros.

¿Se lo han pedido ya a los políticos?

Sí, se lo estamos trasladando a las consejerías, y esperamos que se vaya cerrando. No se trata de cortar la libertad de nadie. Igual que al principio no se entendió que se cerraran los centros de día y restringieran las visitas, y luego todos nos dimos cuenta de que habríamos hecho bien si hubiéramos cerrado una semana antes. Entiendo la ansiedad de las familias por ver a sus familiares y estar un tiempo con ellos, pero habría que aguantar un poco más sin que los mayores salgan de las residencias. Deben salir de sus habitaciones, por supuesto, y pasear por los jardines, pero no pasa nada por aguantar un poco más sin salir de las residencias. Es complicado que, cuando una persona mayor sale a ver a su familia no se den besos, abrazos.

¿Qué otras medidas hay que tomar y no se están tomando?

Hemos pedido cinco medidas a los grupos políticos y las comunidades autónomas. Lo primero es, ante un rebrote, un sistema de alertas tempranas. Lo segundo, que haya test suficientes para residentes y trabajadores, para ver la situación real en cada centro y poder sectorizar a los mayores y al personal. Además, que en las comunidades autónomas se haga un acopio de seguridad de EPIs. Que no se vuelva a producir la saturación del mercado que hubo en marzo. Además, un plan de contingencia individualizado: que cada residencia tenga claro, en caso de nuevo contagio, quién le va a atender, cómo, con qué tiempo de respuesta, si va a ser atención primaria o un geriatra de enlace Y, por último, mejor gestión de las emociones: poder trasladar a las familias y a los residentes un buen sistema de información sobre su estado.

¿Todo esto no se ha puesto aún en marcha?

Los planes de contingencia ya se están pidiendo de forma generalizada en todas las comunidades. Y entendemos que el stock de seguridad se estará acopiando en las comunidades. En cuanto a los test, nos consta en Madrid y Andalucía.

¿Hay razones para temer que volvamos a las andadas?

Nos toca aprender de las situaciones que hemos vivido. Debemos aprender de los errores, y si viene un rebrote en verano, o en octubre, que no nos pille con el pie cambiado.

¿Por qué ha ocurrido lo que ha ocurrido en las residencias de ancianos?

Por tres factores. La Ley de Atención a la Dependencia nace en 2006 sin dotación presupuestaria. El sistema está previsto para la sociedad de hace 14 años, y ya solo por cambio demográfico, las necesidades de hoy de nuestras personas mayores no tienen que ver con las de hace 14 años. Pronto seremos el país más envejecido del mundo. Tenemos una esperanza de vida de 83 años, y el perfil de los mayores que están en las residencias es el de una persona de 84, con varias enfermedades, que toma cinco fármacos al día y con gran dependencia. La pandemia ha demostrado que se necesita mayor apoyo sanitario para las residencias, y hasta ahora no estaba concebido el sistema para eso. Las residencias son sitios donde se cuida, no donde se cura: el responsable de la asistencia sanitaria es el sistema público de salud. Se dio la voz de alerta tarde a las residencias. Nos hubiera venido bien haber sabido antes lo que se nos venía encima para tomar medidas adecuadas.

¿Y en tercer lugar?

La propia forma de actuar del covid: el 90 por ciento de los fallecidos son mayores de 70 años. Una vez que entraba el virus era complicado, sin test, saber quién estaba contagiado y quién no. Además, es muy difícil que una persona con demencia, por ejemplo, le pongas una mascarilla y no se toque o no se la quite, y que no se acerque a alguien.

¿Por qué no se dividieron las residencias en zonas limpias y zonas contagiadas? ¿Por qué no tuvieron los trabajadores las mascarillas y los EPI que reclamaban?

No había suficientes test para todos, y los EPI costó mucho que llegaran. Estamos intentando alertar para que no vuelva a pasar que se sature el mercado y no tengamos stock.

No nos irá a decir que las residencias no tuvieron ninguna responsabilidad en lo ocurrido ¿verdad?

Esto es una crisis sanitaria. Hemos tenido responsabilidad en no haber insistido más, haber sido más beligerantes con las administraciones para cambiar el modelo. El sistema necesitaba mayor apoyo sanitario, y no fuimos lo suficientemente beligerantes para haber cambiado el sistema antes, sin que tuviera que venir una pandemia a ponerlo en evidencia.

¿Qué le parecen las órdenes de no derivación hospitalaria de ancianos que se impartieron?

No soy médico. Entiendo que, cuando un profesional toma esa decisión, lo hace pensando en el bien general. Me imagino que en protocolos de gestión hospitalaria deben tomar decisiones y fijar prioridades. Y si hay alguna actuación que no se ajusta a la ley, que la investigue la fiscalía. Pero entiendo que si la Sociedad Española de Geriatría avala las decisiones que han tomado los geriatras, entenderán que son correctas. A nosotros nos hubiera gustado que todos los mayores hubieran podido ser atendidos, pero no me siento capacitado para opinar si fue correcto o no.

Entonces le pregunto como ciudadano: ¿el derecho a la vida y la salud de un anciano es menor que el de un joven?

No. Precisamente por eso consideramos que la responsabilidad no es del sector de las residencias. Esto es una crisis sanitaria, y el sistema de salud es el garante que debe actuar ante la enfermedad. Por el hecho de ser mayor ninguna persona tiene menos derecho a ser atendida en un hospital.

Entonces ¿fueron justos esos protocolos?

Cuando llamaba el médico de una residencia y solicitaba traslado para una persona mayor, el geriatra de enlace decía si procedía o no. Entiendo que se ha hecho siempre con un criterio clínico y consensuado a nivel científico. Pero para una generación de personas mayores que ha pasado una posguerra, levantado un país, entregado un sistema de seguridad social y sanidad como el que tenemos, que nos ha dado todo en la vida y nos ha ayudado en la última crisis, que ahora no haya podido tener la atención que merece no es justo.

'El Periódico de Catalunya' ha publicado un audio en el que una médico de una residencia madrileña le dice a la hija de una interna que no puede derivarla. ¿Qué impresión le dio?

En los días más duros de la pandemia todos los profesionales hemos vivido situaciones de mucha tensión e impotencia. Me entristece que se hayan dado situaciones como esa. Si fuera así, no sería una pandemia. El audio hace reflexionar en qué podemos hacer para que eso no se produzca en el futuro.

¿Por qué han muerto más ancianos en España que en los países de su entorno?

Falta conocer los datos reales en España. Nosotros hemos comunicado desde las residencias todos los fallecimientos con test de covid positivo, más los que consideramos probables, y ascienden a 19.500. Pero en los 28.000 que da el Gobierno oficialmente para toda España solo se cuentan los confirmados. En otros países, como Portugal o Alemania, los ancianos fallecidos son el 35 o el 40 por ciento. Pero no sabemos el porcentaje real de nuestros 19.500 fallecidos en residencias, si es con respecto a los 28.000 del Gobierno o con los más de 40.000 que dice el informe MoMo.

¿Cómo llevan la investigación de la fiscalía?

Estamos satisfechos. Hasta ahora en todas las diligencias se está viendo que nosotros nos hemos ajustado a lo que han ido dictando las autoridades, y que hemos actuado bien. Si hay alguna residencia que no ha hecho como es debido, la fiscalía debe actuar como mande la ley.

Cuando haya juicios, la defensa de las residencias consistirá en elevar la pelota a los políticos

No se trata de elevar. Hay un estado de alarma y una normativa que debes cumplir. A nosotros nos hubiera gustado cerrar los centros de día o restringir las visitas una semana antes. El volumen de protocolos que se ha ido dictando desde el Gobierno y las autonomías ha sido enorme. Y eso ha sido así porque se ha visto que ha habido que ir modificándolos sobre la marcha.

¿Hicieron ustedes todo lo que estuvo en su mano para clamar por que sus ancianos fueran a los hospitales?

No tenga ninguna duda.

Tras lo que hemos vivido, ¿las residencias van a dejar de ser un negocio tan atractivo para fondos de inversión extranjeros?

Este es un negocio normal, un sector de los más regulados de España. Las comunidades deciden el precio, el ratio de personal hasta las calorías de la alimentación. Y la administración debe controlar la calidad que se da.

¿La inspección es insuficiente?

A los grandes grupos nos constan inspecciones fuertes, pero no se aplica con el mismo rigor en todos los sitios. Debería definirse una cartera de servicios sociales a nivel estatal. No tiene sentido que una persona mayor tenga diferentes derechos y servicios en función de su código postal. Y eso pasa hoy. Como también falta un sistema de información homogéneo, en el que alguien dé a una tecla y sepa la situación exacta de cada residencia. Y tampoco existe una historia clínica compatible entre residencias y hospitales

¿Qué comunidad es la mejor para ser un anciano ingresado en una residencia?

La mejor dotada es el País Vasco. Es donde mejor se financia el sistema y los poderes públicos apoyan más decididamente. Eso permite que las plazas estén mejor financiadas, los profesionales ganen más y quieran quedarse en el sector y tengan estabilidad.

¿En el futuro, el modelo español podrá reducir lo que todas las asociaciones de usuarios consideran excesivo peso de lo privado?

Yo creo que ningún mayor, cuando va a una residencia, lo que quiere ver en el cartel de la puerta es si es pública o no; lo que quiere es calidad. El debate que hay que abordar es el de la calidad. Hoy el modelo más eficiente es el de la colaboración público-privada. El futuro de la atención a los mayores no pasa tanto por las residencias. Hay que potenciar la autonomía personal de los mayores, con servicios como los centros de día o la ayuda a domicilio, que permitan que permanezcan en su hogar el mayor tiempo posible, cerca de su familia y entorno.

¿Qué mensaje envía usted desde la patronal que representa a las familias asustadas que hoy tienen a padres en residencias?

Prudencia: lo peor ha pasado. Pero no nos podemos olvidar de la situación que hemos vivido. Toca ser prudentes un tiempo más para evitar rebrotes. No tenemos controlada aún la pandemia.