A finales del mes de febrero, una parroquia de Castelló, la de Santa Joaquina, fue pionera tanto en ámbito local como nacional a la hora de publicar una serie de recomendaciones destinadas a salvaguardar la salud de sus feligreses. Por aquel entonces en la provincia solo se había detectado un único caso positivo de covid-19, pero el sacerdote Joaquín Esteve, que además es sanitario, ya vio venir lo que se nos veía encima. Sus medidas, entre las que se encontraba la de no darse la mano durante la paz o comulgar con la mano y no con la boca, fueron tildadas de excesivas dentro incluso de la institución eclesiástica. «No somos partidarios de ellas para no contribuir a la psicosis», afirmaron entonces desde la misma Diócesis. El tiempo ha demostrado quién llevaba razón…

Nuevas medidas en el futuro

«Tenía claro que no era una simple gripe, por mucho que algunos se empeñaran en decir lo contrario. Intuía que el coronavirus era algo serio, aunque para ser sinceros tampoco pensaba que sería tan catastrófico. En España nos dormimos todos», reconoce el párroco, más preocupado por cómo será la Iglesia en el futuro cercano que en recordar el pasado: «Ahora ya estoy buscando cómo desinfectar la parroquia cuando vuelva a abrir sus puertas si no todos los días, todas las semanas, buscando alguna mochila para pulverizar y viendo cuál sería el producto ideal para ello». Y como es obvio, mantendrá todas las recomendaciones que ya implantó hace varias semanas.

«Esto no volverá a ser como antes fácilmente. Hay un antes y un después y tenemos que estudiar cómo podremos funcionar, cómo serán ahora a partir de ahora los bautizos, las comuniones o entierros, porque habrá que seguir manteniendo las distancias exactamente igual que en restaurantes o en otros sitios públicos”, analiza Esteve, que destaca el esfuerzo de Cáritas para «asistir a más gente que nunca y dar todas las comidas que hagan falta».

Hasta entonces, el sacerdote reconoce que tiene el teléfono sonando casi ininterrumpidamente, que ha realizado los entierros que han sido necesarios durante el estado de alarma respetando todas las normas marcadas por las instituciones y que continúa dando misa en solitario en la céntrica Santa Joaquina para pedir por los enfermos y afectados por la pandemia: «Se hace muy duro, pero tendremos que buscar nuevas formas de evangelizar y crear comunidad. Las misas dominicales no volverán a estar tan llenas como antes por lo menos durante los dos próximos años».

Dirige también una residencia de curas sin casos positivos

Las medidas de precaución que adoptó Joaquín Esteve en su parroquia las implementó también en la Casa Sacerdotal Familia de Nazaret que dirige en Castelló, una residencia en la que conviven nueve sacerdotes de avanzada edad.

Gracias a estas restricciones, a estas alturas puede felicitarse de que no se haya registrado ni un caso positivo de coronavirus en esta instalación «gracias a Dios. Todos los sacerdotes son de alto riesgo por su edad y otras complicaciones, así que les prohibí antes que nadie que entrara ni saliera nadie. Una cocinera está confinada dentro y otras dos trabajadoras pueden salir, pero sin tener contacto con los residentes», asume hoy Joaquín Esteve.

Sin duda, unas medidas que en un principio pudieron resultar excesivas o polémicas pero que probablemente hayan servido para salvar vidas.