Los emigrantes marroquís residentes en España se están quedando sin tumbas en los pequeños cementerios musulmanes, ya que el cierre de fronteras impuesto por el coronavirus ha interrumpido una práctica muy arraigada entre ellos como es el traslado de los cadáveres para descansar en su país. La comunidad islámica de Cataluña ya lamentó hace unos días esta situación en una carta enviada al presidente de la Generalitat, Quim Torra.

La cuestión ha llegado a tal punto que el estado marroquí, a través de su embajada y consulados, anunció que se hará cargo de la sepultura en España de sus nacionales muertos en esta coyuntura, sobre todo de aquellos que no disponen de dinero (pues los trámites son caros, de hasta 3.000 euros) o de seguros de repatriación de cadáveres, según informó el jueves la embajada marroquí en Madrid. Fuentes diplomáticas consultadas por Efe indicaron que esta medida podría extenderse a otras embajadas marroquís en Europa.

La preocupación por el destino de los fallecidos marroquís se agudizó tras la circulación de informaciones falsas que aseguraban que los cadáveres de aquellos que estuvieran infectados por el coronavirus serían incinerados, una práctica inaceptable en el islam.

El bulo tuvo que ser desmentido por la Comisión Islámica de España, que garantizó que los cadáveres de musulmanes, con o sin coronavirus, serían sepultados en la tierra.

ESPACIOS INSUFICIENTES

Hay en total 35 cementerios específicamente musulmanes en toda España, además de algunas parcelas habilitadas dentro de los cementerios municipales. Espacios que son insuficientes para atender a una comunidad musulmana que supera los dos millones de personas, según lamentó un imán marroquí en España, que pidió el anonimato.

"El problema de los cementerios para musulmanes no es nuevo, pero se ha agravado ahora que hay más muertos y que se ha suspendido la repatriación de cadáveres", deploró este imán.

Por ejemplo, el cementerio musulmán de Griñón en Madrid está recibiendo cadáveres de otras comunidades autónomas como Extremadura y Castilla la Mancha.

La repatriación funeraria ha sido una medida que aliviaba la presión sobre los cementerios musulmanes en España y Europa, sobre todo para los emigrantes de la primera y segunda generación, que reclamaban regresar a su tierra natal aunque sea como cadáver.

Es difícil saber el número de cadáveres que cada mes o cada año se repatrían a Marruecos, pero por ejemplo el consulado marroquí de Rennes recibe cada mes una media de 20 peticiones de traslado de cadáveres (y hay en Europa más de 60 oficinas consulares marroquís, 12 de ellas en España).

UN SEGURO 'AD HOC'

La preferencia por la sepultura en suelo marroquí se explica por razones culturales pero también religiosas: son muchos quienes creen que solo en su país se respetará de forma ortodoxa el rito musulmán en el amortajamiento y el entierro (el muerto debe mirar siempre a La Meca).

Se imponen también otros motivos de carácter económico. Los gastos funerarios ascienden hasta los 3.000 euros, que es lo que cuesta repatriar un cadáver de España o Francia a Marruecos.

Es una práctica tan usual que varios bancos marroquís tienen un seguro 'ad hoc' (de entre 30 y 50 euros anuales) que cubre todos los gastos de traslado del cadáver.

Y si algunos emigrantes no han contratado esa póliza, es frecuente que las mezquitas hagan colectas voluntarias entre los fieles para poder costear el último viaje del difunto.

PRÁCTICAS ABUSIVAS

Hay que añadir que una tumba en Marruecos es vitalicia, mientras que en Europa un cadáver permanece un tiempo limitado en la tumba, salvo que su familia pague por el espacio funerario.

Varios emigrantes contactados por Efe se quejan además de las prácticas abusivas de algunas funerarias europeas ante la falta de una normativa clara para la comunidad musulmana a este respecto.

No obstante, la situación impuesta por la crisis del coronavirus con el cierre de las fronteras aérea y marítima de Marruecos ante la propagación del covid 19, ha hecho que el entierro en un cementerio europeo sea la única opción posible.

Consciente de la situación, el Consejo Europeo de Ulemas Marroquíes (con sede en Bruselas), miembro del oficial Consejo Superior de Ulemas de Marruecos, tranquilizó a los emigrantes marroquís sobre la opción de enterrar a sus difuntos en los cementerios públicos, en parcelas habilitadas para musulmanes.

TRASLADO POSTERIOR

"Han de tener en cuenta que no es la tierra la que hace a nadie sagrado, sino las buenas obras las que ennoblecen al difunto", indicó el consejo en un reciente comunicado.

Y para no cerrar la puerta al cumplimiento del sueño eterno, la Comisión aclaró que el difunto puede dejar un testamento para su traslado posterior a su tierra natal cuando lo permitan las circunstancias.