Un mar de posibilidades. Entre la familia y el ocio. Los mayores, el colectivo más vulnerable de la pandemia del coronavirus, entran también en su nueva normalidad. Tras el confinamiento y las diversas fases, que fueron muy severas con ellos (y así tenía que ser), se abre un abanico de alternativas, aunque siempre muy protegidos para no contagiarse de la enfermedad. Expresan su alegría por poder salir a la calle, ya sin horarios, y regresar a su rutina habitual , como «cuidar a los nietos». Así lo destaca María Dolores García: «Después de cuatro meses ya pueden venir a comer y mis hijos también».

Un contacto familiar necesario y único para evitar los graves problemas de soledad que sufren muchos abuelos. Pero la actividad para la dinámica María Dolores no acaba ahí. Con el fin del estado de alarma, del que hoy se cumple una semana, piensa «ir a la peluquería, caminar más de una hora» y disfrutar de las excelencias del café de bar. «Desde antes del confinamiento no he ido a una terraza para tomarme un café», comenta esta jubilada de 70 años, que lanza un mensaje a la ciudadanía de que «hay que seguir cumpliendo las obligaciones impuestas, como ponerse la mascarilla o guardar las distancias personales». «No queramos correr y perder lo que hemos conseguido», dice con rictus serio. Confiesa que el confinamiento y el estado de alarma le produjo «ansiedad» y relata que no podía dormir bien ni descansar.

Medidas de higiene y seguridad que también guarda en la calle Carmen Santaeulalia, de 73 años, que recuerda que el coronavirus sigue estando presente y los mayores tienen «que estar muy protegidos», manifiesta claramente con el deseo de que no haya brotes y se reproduzcan los contagios de la enfermedad.

Para Jesús Martínez lo más importante que posibilita la nueva normalidad es «poder regresar al pueblo, Vivel del Río», en la provincia de Teruel. Este pensionista de 66 años recuerda con tristeza el confinamiento. «Estábamos encerrados y no podíamos hacer nada. Ahora, por ejemplo, ya puedo estar con mi familia el fin de semana», concreta Martínez. Reconoce que la nueva normalidad es «una liberación», puntualiza.

También a su pueblo, Daimiel, en Ciudad Real, quiere volver Juan Ángel Gómez, de 75 años. «Ya quería ir en Semana Santa y por culpa del confinamiento no pude hacerlo, por lo que iré en agosto», afirma mientras recuerda que «no es broma» lo del coronavirus: «Tenemos que tener mucho respeto a una enfermedad que todavía no tiene vacuna».

Asimismo, el hispano-portugués José María do Nascimento volverá a su tierra de origen, un pequeño pueblo, Mirandela, en la frontera de Portugal con Zamora. Pero, más, más actividades redescubre la tercera edad al término del estado de alarma.

La ‘partideta’ que no falte

Una de las preferidas por los abuelos es la partida de cartas en su bar de siempre, una costumbre interrumpida con el confinamiento. Para Feliciano Medina, de 75 años, volver a «jugar al guiñote» era lo que más deseaba tras el fin del estado de alarma.

Como Francisco Miguel Font, de 64 años, quien, eso sí, quería «salir a la calle», después de haber estado encerrado en su casa tres meses como integrante del colectivo más vulnerable.

También para Francisco Rubio, de 71 años, recuperar la partideta ha sido una de las grandes alegrías al acabar el estado de alarma. Manifiesta orgulloso que no sale «del bar». Emilio Cotillas, de 62 años, se muestra, asimismo, feliz con su reencuentro con el bar, al que no había vuelto desde hacía tres meses. Los tres coinciden en subrayar que «todavía hay que seguir teniendo respeto frente al coronavirus». «Claro que hay miedo, y no poco», detalla Medina sobre la situación.

Otros para quienes jugar a cartas se deviene en fundamental son los ya nombrados José Ángel, Jesús y José María. Los tres vuelven a reencontrarse estos días en un conocido bar de la avenida Alcora de la capital de la Plana para protagonizar intensas partidas de guiñote, el juego de naipes más popular en Castelló. Jugar a las cartas para muchos mayores es un ritual que practican todos los días como forma de entretenimiento. Estampa castiza donde las haya, y que se ha ido conservando a lo largo del tiempo. Tanto en los bares, como en casinos y sociedades recreativas.

Ganas de salir de viaje

Viajar es otra de las grandes opciones que tiene el colectivo de la tercera edad. Y más con la nueva normalidad. Una oportunidad de nuevo para hacer los periplos que deseen. Los hay, sin embargo, que prefieren el deporte que practican habitualmente, pese a tener ya una edad elevada. Es el caso de Anselmo Martínez, quien con 69 años, corre diariamente entre 9 y 10 kilómetros, lo que le hace mantenerse «en forma», y convertirse en un excepcional runner. Apasionado del fútbol, Martínez es el presidente del Huracán, un equipo de fútbol de aficionados que milita en Segunda Regional. Confiesa que está «disfrutando mucho» con el regreso a las televisiones de los partidos de balompié profesional.

Y quienes crean que la nómina de actividades a realizar por los mayores tras entrar en la nueva normalidad se han acabado, están equivocados. Queda el entretenimiento que ofrecen los centros de la tercera edad, que cerraron sus puertas en el inicio de la pandemia y volverán a abrir en septiembre, ya que desde el mes de junio cogen vacaciones. Así, pues, la agenda es completa y variada para los más mayores de Castellón en la nueva etapa inaugurada hace una semana.