El coronavirus ha puesto en jaque a los hospitales de Castellón y lo ha hecho por la cantidad de casos graves que en las últimas semanas han necesitado ingresos. Pero la inmensa mayoría de los contagiados son leves y se recuperan en casa. Y ahí es donde entran en escena los casi 400 médicos de atención primaria de la provincia, que están actuando como muro de detección y contención. Si no fuera por ellos, los contagios se multiplicarían.

Diagnostican a pacientes con síntomas de estar infectados por covid-19, deciden si requieren medidas exploratorias o pruebas diagnósticas y hacen el seguimiento, casi siempre por teléfono, de los casos que no revisten gravedad. Les preguntan cómo se encuentran, si siguen con la tos, si tienen fiebre. Y todo eso sin descuidar a los pacientes con otras patologías. Porque pese a la pandemia, la vida sigue y las lumbalgias, insomnios y dolores de estómago, también. «La asistencia primaria siempre ha sido la puerta de entrada al sistema de salud y, ahora, también. Estamos en primera fila y, desgraciadamente, a nivel nacional, ya han fallecido 16 médicos de familia», cuenta Vicente Pascual, médico de familia del centro de salud Palleter de Castelló y vocal de la junta directiva de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria en la Comunitat (Semergen).

Y todo ese trabajo, al que se han adaptado en tiempo récord, lo llevan a cabo con pocos medios. «Estamos menos mal que hace unas semanas, pero aún así tenemos que reutilizar material porque no hay suficiente y tampoco hay test», añade Pascual. Por eso hay tantos casos que son diagnósticos de presunción, es decir, muchos pacientes tienen los síntomas, permanecen aislados en casa, incluso se les da de alta sin tener la certeza de que han enfermado por coronavirus.

ADELINA CORBACHO: “El teléfono no deja de sonar, hay días que atendemos más de 300 llamadas”

La doctora Corbacho hace un mes que no da un beso a su hija. Trabaja en primera línea y cumple a rajatabla la orden de mantener el distanciamiento social. También con su hija. «El covid-19 nos ha cambiado la vida y a los médicos de familia, la forma de trabajar. Pero somos un equipo y todo el mundo está dándolo todo», describe esta médico de Atención Primaria centro de salud Columbretes de Castelló.

En Columbretes el teléfono no deja de sonar. «Hay días en que atendemos más de 300 llamadas de pacientes. Muchos son posibles casos de coronavirus y otros enfermos que nos llaman por todas patologías y a los que damos un tratamiento sin verles».

Orgullosa de la labor que desempeñan, destaca la atención que están dando a los enfermos leves de covid-19, a los que atiendes, escuchan y animan.

ANTONIO FRANCÉS: “Somos la trinchera, un pilar básico para que el sistema no se colapse”

El doctor Francés tiene muy claro que los médicos de atención primaria son la trinchera, el primer frente de la crisis sanitaria. « Si no fuera por nosotros los hospitales estarían colapsados, dado que los pacientes, ante los primeros síntomas, acudirían directamante al hospital. Ahora nosotros les atendemos y, en función de su estado, les derivamos al hospital o les decimos que se queden en casa», explica este médico de familia que ejerce en Almassora.

Aunque las consultas presenciales se han reducido drásticamente, muchos centros de salud están abiertos (ha habido una reagrupación) y atienden a pacientes de manera presencial. «Lo hacemos con todos los medios de prevención. En la puerta les damos una mascarilla, se realiza un triaje...», resume Antonio Francés.

Los médicos de familia son, además, muy próximos y cercanos con sus pacientes, pero desde que estalló la crisis todos los pacientes son de todos. «El sistema de trabajo ha cambiado totalmente. Nos hemos organizado en equipos para que la respuesta sea la mejor posible.

MARÍA JOSÉ RIVAS: “Es frustrante no poder hacer el mismo seguimiento a los pacientes crónicos”

Lleva veinte años como médico familia y, al igual que el resto de sus colegas, María José Rivas se ha tenido que acostumbrar en un tiempo récord a trabajar y atender a los pacientes de manera distinta. «Funcionamos a turnos. Atendemos y hacemos seguimiento de enfermos de coronavirus, también a pacientes con otras patologías y realizamos visitas a domicilio», explica la doctora, que es también vocal de Sociedad Valenciana de Medicina Familiar y Comunitaria.

Las circunstancias han cambiado y buena parte de su jornada laboral discurre al lado del teléfono. «Bajas laborales, renovación de recetas, atención a pacientes con lumbalgias, dolores de estómago... todo lo que se puede lo resolvemos telefónicamente, aunque si no es posible y necesitamos ver al enfermo, bien lo citamos en consulta o vamos a su casa».

El esfuerzo que han hecho para adaptarse es mayúsculo, pero para María José lo peor es no poder atender igual a enfermos crónicos. «No podemos hacerles el mismo seguimiento y eso, a menudo, es frustrante».

NELO MONFORT “Conozco a todos mis pacientes y con solo mirarles ya se lo que les ocurre”

Nelo Monfort se sabe el nombre y apellidos de cada uno de sus pacientes. Todos tienen su teléfono móvil. Son las ventajas de vivir en un pueblo y tener un médico que conoce de memoria el historial clínico de sus vecinos y con solo mirarles ya sabe lo que les pasa. Pero ahora, además de atender a sus pacientes de Vallibona y Castell de Cabres, el doctor Monfort coordina el centro de salud de Morella, una localidad en cuya residencia de ancianos hay un brote importante de coronavirus.

«A los enfermos crónicos les atendemos a domicilio, igual que antes, pero hemos formado un equipo de 18 profesionales para asistir a todo el mundo, tanto a los contagiados por covid-19 como al resto», asegura este profesional que está orgulloso de ser médico rural. «La gente es muy solidaria», insiste.