Jorge, un chef burrianense de 31 años que había regresado de Milán, entró en nuestras vidas hace exactamente un mes. El 25 de febrero se convertía en el primer caso positivo diagnosticado por covid-19 de la provincia y uno de los primeros de España. La vida que hacíamos entonces, los planes para Magdalena o Fallas, un simple paseo deambulando por las calles de nuestros pueblos y ciudades, nos produce ahora una infinita nostalgia. Nuestra vida ha cambiado, sobre todo para nosotros, seres mediterráneos, acostumbrados a la luz del sol, a nuestras magníficas playas y montañas.

https://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/castellon/vecino-burriana-primer-caso-coronavirus-comunitat_1280097.html

LOS ORÍGENES

Al principio ignoramos -cuando no, directamente, nos tomábamos a broma—lo que sucedía en China, pero cuando un fuerte brote pasó a Italia al ritmo que este desconocido coronavirus adquría rango de pandemia, empezamos a verle las orejas al lobo. Se suspendía el fútbol, se aplazaban fiestas... ¡Qué suerte que solo hubiese sido eso! Ahora afrontamos la segunda semana de un confinamiento casi absoluto, que solo puede ser eludido temporalmente por unas estrictas rectricciones... y aún vamos por la mitad. Con alrededor de 40.000 infectados y más de 2.500 muertos, la sombra sobre una nueva prórroga de la reclusión es una triste realidad de un enemigo invisible que, como el recuento diario de afectados nos recuerda, ya está por todas partes.

https://www.elperiodicomediterraneo.com/noticias/castellon/sanidad-aplaza-magdalena-fallas-avance-coronavirus_1283231.html

Los acontecimientos en Castellón han ido a la par que en el resto de España, como no podía ser menos para hacer frente a un virus que no entiende de fronteras. El real decreto de estado de alarma, limitando hasta lo mínimo la libertad de movimiento, ha producido una situación insólita, que varias generaciones no conocían y que, los más mayores, los muy mayores, esos que ahora están más amenazados, llegan a comparar con lo vivido en la Guerra Civil.

LO QUE HEMOS APRENDIDO

Hemos aprendido muchas cosas, algo inimaginable en las vidas de hoy en día. Primero, a vivir en los pocos metros cuadrados de nuestros hogares, con el agravante de los más pequeños, esos que no conocen fronteras, han tenido que acostumbrarse a no abandonar las cuatro paredes de nuestros domicilios. A rebajar nuestro exacerbado nivel de consumismo, reduciendo nuestras visitas a las tiendas y, a la par, nuestra capacidad de gastar y gastar. Hemos aprendido también a teletrabajar, aunque ello haya chocado con la conciliación de la vida familiar. También hemos podido darnos cuenta del valor de las pequeñas cosas; hemos hecho -o debemos hacerlo—una introspección. Nos hemos dado cuenta del verdadero valor de la sanidad que tenemos; de esos pequeños héroes que no dan patadas al balón sino que nos dan el pan o nos cobran en el supermercado. Una situación de confinamiento que obliga a sacar lo mejor de nosotros mismos, aunque también nos recuerda lo peor de la condición humana, esos que desafían las restricciones o difunden mentiras.

Castellón y sus 135 pueblos viven momentos duros desde que Jorge nos recordó que el enemigo no estaba a nuestras puertas, sino que ya había entrado. Ahora añoramos dejarnos bañar por la dorada luz de la Costa Azahar; dar un abrazo o un beso a los seres queridos en tiempo en que rehuímos cualquier contacto: no sentimos amenazados si alguien se nos acerca a menos de dos metros.

Pase lo que pase, esto marcará un antes y un después. La vida que conocimos, ya es historia. Un enemigo invisible nos ha dado el primer aviso.