Decorar la mona de Pascua con sus amigos o ir a degustarla en familia y pasar un rato divertido son solo algunas de las pequeñas cosas a las que estamos acostumbrados y que muchos niños no han podido disfrutar este año por la crisis del coronavirus.

La propietaria de una pequeña panadería de Peñíscola, Centi Boix, que se vio obligada a cerrar el negocio familiar el pasado 14 de marzo al pertenecer parte de sus trabajadores a un colectivo de riesgo, tomó la decisión de mantener la tradición de que los más pequeños de la localidad decoraran el dulce típico de Semana Santa, pero esta vez lo harían en sus casas.

"Tenía parte de los ingredientes, ya que otros años las elaboro para el consistorio y, aunque este encargo no iba a ser posible, opté por hacerlas igualmente de manera solidaria y repartirlas yo", explica Centi.

Ella misma lanzó el ofrecimiento a través de las redes sociales y se convirtió pronto en un éxito. La única condición para recibir una mona en el hogar de cada uno era que fueran los mismos pequeños quienes se encargaran de decorarla.

Desde el Sábado Santo distribuyó más de 300 unidades por todo el municipio. Además, una pequeña parte fue dirigida a menores en riesgo de exclusión social con los que trabaja Cruz Roja en Peñíscola y también hizo llegar esta típica merienda a los agentes de la Policía Local en agradecimiento a su labor.

"Personalmente ha valido la pena e, incluso, lloré de emoción al ver la acogida", destaca la impulsora, "es mi forma de poner un granito de arena ante esta situación".

Muchos de los participantes trasladaron su gratitud a través de las redes sociales ante esta iniciativa que, sin duda, contribuye a hacer un poco más dulce este confinamiento para todos.