Las naranjas de Castellón se han convertido en plena crisis del coronavirus en las estrellas del lineal de los supermercados de toda España y resto de Europa. Una demanda al alza que ha «duplicado» el precio de variedades tardías como la valencia-late, que son las que se trabajan a estas alturas de la campaña, con cotizaciones récord en toda la cadena: campo, almacén y tienda.

Los beneficios para la salud de la vitamina C y ser una fruta poco perecedera con buena conservación en el comercio y en casa, puede estar detrás de este boom de consumo de las familias, según el secretario general de la Unió de Llauradors, Carles Peris. «Antes de la crisis sanitaria había dificultades para sacar todo el cítrico y ahora, con menos producción, los pedidos han crecido un 25%. La valencia-late o la lane-late se paga al agricultor de 0,33 a 0,50 euros el kilo; el doble que en el 2019 (de 0,23 a 0,30)». El último informe de la Coordinadora de Agricultores y Ganaderos (Coag) ya señaló que en marzo las mandarinas se revalorizaron, de 0,30 euros en origen a los 2,5 en tienda. Con todo, para Peris, el precio será «de los mejores de estos años», pero la rentabilidad, «buena, pero no de récord», al pesar los costes de seguridad y logística por el virus.

MÁS FAMILIAS EN CASA

Los exportadores de naranjas de Castellón coinciden en el repunte de envíos a Europa, sobre todo, de Italia, seguida de Francia, Reino Unido o Alemania. «Los precios antes del covid-19, que ya eran más altos al ser menor la cosecha, han escalado al subir demanda y costes. Las familias dan valor a la vitamina C y consumen más al pasar más tiempo en casa», indicó el presidente de Asociex, Jorge García.

A estas fechas, los más de 90 almacenes están a pleno rendimiento, algo inusual finalizada la recolección fuerte de clementina; y algunos encajan fruta de autonomías como Murcia y Andalucía, en un sin parar. Muchos, hasta mitad de mayo. Y mientras, se acopia en cámaras para cumplir con contratos comerciales pactados hasta el próximo agosto.

TERMÓMETRO Y DESINFECCIÓN EN ALMACENES

Las medidas de seguridad frente a la propagación del coronavirus no escapan al sector citrícola. En el campo, los collidors han cambiado el coche o furgoneta compartidos por más vehículos o incluso algunas empresas han puesto autobús para ir al huerto, "en grupo, pero más separados" . En almacenes como Grupo García Ballester, en Burriana, en cada entrada y salida, se toma la temperatura a todo el personal. Repetidamente, se desinfectan al final de la jornada las instalaciones con productos homologados. Además, se han eliminado las huellas digitales y todo el personal trabaja con equipo de protección: guantes, mascarilla, gorro y, en los casos necesarios de contacto visual, gafas protectoras.