Pueden trabajar porque son un sector esencial, pero la demanda de pescado y marisco fresco ha caído tanto y los precios son tan bajos que a la mayoría de las 150 embarcaciones que componen la flota provincial no les resulta rentable salir a la mar. Y eso explica por qué en las últimas dos semanas, el sector ha presentado un aluvión de ERTE. «El 75% de los barcos están amarrados y los expedientes de regulación se cuentan por decenas. Solo en Vinaròs se han hecho cinco», describe Sergio Albiol, marinero de este municipio del Baix Maestrat y presidente de la Federación de Cofradías de Castellón, que asegura que a la falta de rentabilidad se une el hecho de que a muchas embarcaciones les resulta imposible garantizar la seguridad de sus trabajadores.

Pese a que hay ERTE presentados desde hace casi quince días, la Administración ha dado la callada por respuesta. «Hay compañeros que no saben a qué atenerse. Se han intentado acoger a un expediente de regulación, pero nadie les contesta», denuncia Albiol. Ahora esta situación podría cambiar, dado que la Generalitat anunció ayer que aceptará las propuestas que expongan la imposibilidad de cumplir con todas las normas de seguridad.

Mientras la Administración resuelve, los pocos barcos que faena hacen frente a otro problema: los precios. «El descenso ha sido radical y en eso ha influido que todos los bares y restaurantes a los que abastecemos están cerrados. Un kilo de langostinos, por ejemplo, cotiza ahora a 14 euros, cuando lo normal por esta época del año, con las comuniones y Semana Santa a la vuelta de la esquina, son 40 ó 50 euros», añade Francisco Querol, patrón mayor de la Cofradía de Benicarló.

ERTE sin respuestas, demanda a la baja y precios por los suelos. El panorama al que se enfrentan los pescadores de Castellón no es bueno y, para colmo, la Generalitat valenciana todavía les adeuda las ayudas del paro biológico. «Las embarcaciones de arrastre hace dos años que no cobran las ayudas europeas y, las de cerco, tres», denuncian los pescadores. «Esa ayuda en estos momentos es muy importante para el sector y, si nos la abonaran ahora, sería como un salvavidas», explican

Los pocos barcos que salen a faenar abastecen con su mercancía a pescaderías, mercados locales y a establecimientos como Mercadona. Y los que salen lo hacen con todas las medidas de seguridad. «Usamos mascarillas, guantes y todo tipo de material de protección», dice Francisco Querol, quien explica que en Benicarló todo el mundo colabora para que no haya contagios en la lonja. «La UME desinfectó, el Ayuntamiento nos ayuda en todo y la Guardia Civil, también. Solo tenemos palabras de agradecimiento», añade.