La lucha contra el coronavirus ha generado una contracción económica histórica del 5,2 % en el primer trimestre del año respecto al anterior, después de que el confinamiento de la población y la paralización de la actividad hayan hundido el consumo de los hogares, la inversión y las exportaciones.

El impacto de la crisis del COVID-19 ha sido menor en el empleo que en la economía, ya que los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo solo cayeron un 1,9% en el primer trimestre, si bien las horas de trabajo descendieron un 5%, lo que podría estar influido por el recurso a los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) que mantienen a los trabajadores en suspenso.

El Gobierno ya contaba con este escenario, como ha explicado el ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, José Luis Ábalos, en tanto que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha señalado que las previsiones de organismos internacionales señalan que la coyuntura económica mejorará a partir del tercer trimestre.

Parece obvio que si la caída de la economía ha sido histórica en el primer trimestre, en el que el estado de alarma solo ha abarcado quince días, el desplome del producto interior bruto (PIB) será mucho mayor en el segundo trimestre, lo que llevará a una recesión que todavía no se sabe cuánto durará.

De acuerdo con los datos adelantados este jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE), el consumo de los hogares (el agregado de demanda con mayor peso en el PIB) cayó un 7,5 % trimestral, el mayor desplome de la serie histórica.

La inversión bajó un 5,8 %, el mayor descenso en casi once años, desde el segundo trimestre de 2009, si bien la inversión empresarial cayó solo un 3,5 %, mientras que la destinada a vivienda y edificación lo hizo un 9,6 %.

Por el contrario, el gastó público se aceleró más de un punto en el trimestre, hasta crecer un 1,8 %, lo que supone el mayor aumento en doce años, desde el primer trimestre de 2008.

La demanda externa se hundió, con una caída del 8,4 % para las exportaciones y un descenso también del 8,4 % para las importaciones, en línea con el hundimiento del consumo y la inversión nacional.

Desde el punto de vista de la oferta, las ramas de actividad con mayores caídas trimestrales de valor añadido bruto fueron las actividades artísticas, recreativas y otros servicios (11,2 %), comercio, transporte y hostelería (10,9 %), construcción (8,1 %), actividades profesionales, científicas y técnicas (8 %), información y comunicaciones (5,5 %), industria manufacturera (3,2 %), y agricultura, ganadería, silvicultura y pesca (1,4 %).

Si se compara el primer trimestre con el mismo periodo de 2019 la caída del PIB fue del 4,1 %, con una contribución negativa de la demanda nacional (consumo e inversión) de 4,3 puntos y con una aportación positiva de la demanda externa (exportaciones e importaciones) de 0,2 puntos.

En comparación anual se han destruido 102.000 puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, en tanto que la productividad por puesto de trabajo equivalente bajó un 3,6 %.

La remuneración de los asalariados creció un 2,8 % interanual, mientras que el excedente bruto de explotación (asimilable al margen empresarial) cayó un 9,3 %, el mayor descenso de la serie histórica.

La patronal CEOE-Cepyme ha advertido de que si no se protege el tejido productivo y se produce la quiebra de empresas, será muy complicado recuperar la economía y el empleo, mientras que desde CCOO y UGT se ha apelado al Gobierno a mantener las medidas para salvaguardar el empleo y la protección a los trabajadores más allá del estado de alarma.