Relaciones muy estrechas entre vecinos, frente a vidas más independientes; confluencia en un puñado de bares y pequeños comercios, frente a una oferta más amplia de servicios; una población mayoritariamente anciana, frente a una ciudadanía más heterogénea...Las características y la vida en los pueblos del interior provincial son muy distintas a las de municipios grandes como Castelló, Vila-real, Burriana u Onda y también lo es la forma de percibir la amenza del coronavirus.

Las pequeñas localidades intentan blindarse ante los rebrotes que azotan a la Comunitat, conscientes de que un solo positivo «podría provocar el confinamiento preventivo de buena parte del pueblo». Lo reconoce Mª Ángeles Pallarés, la alcaldesa de Canet lo Roig, uno de los 56 municipios de Castellón que están libres de covid-19. «En los pueblos todos nos conocemos y relacionamos, compartimos espacios y, ante un rebrote, el pueblo entero podría verse obligado a confinarse. Además, la amenaza del coronavirus es grande porque tenemos un gran volumen de gente mayor, que es el sector más vulnerable», afirma la munícipe, con la vista puesta en los casos de Vistabella y Vallat, cuyos ayuntamientos confirmaron este jueves sendos positivos que han propiciado el confinamiento de algunas familias, como publicara ayer Mediterráneo.

MÁS VISITANTES

Canet tiene este verano más visitantes que en ejercicios anteriores. Muchos buscan tranquilidad en una campaña estival atípica y huyen de los rebrotes de las ciudades. «Hay familias francesas con casa en la localidad que hacía años que no venían y ahora han vuelto. Al principio, había un poco de miedo a que vieniera gente de fuera», reconoce Pallarés a este periódico.

A menos de diez kilómetros, en Traiguera, también se extreman las precauciones tras el reciente contagio de un joven veraneante en el foco de la discoteca Ébano de Peñíscola. «La gente está muy concienciada y todo el mundo lleva la mascarilla. Hoy tenemos programado un concierto de la banda de música y tomamos todas las medidas sanitarias: habrá Protección Civil para el control del aforo, distancia reglamentaria, geles hidroalcohólicos...», explica el alcalde, Javier Ferrer.

Un total de 38 vecinos se sometieron en Traiguera a las pruebas PCR tras confirmarse el caso de la discoteca --todos dieron negativo-- y la escuela de verano tuvo que cerrarse temporalmente por haber estado uno de los monitores en contacto con el infectado. Todas esas medidas tuvieron que tomarse, precisamente, debido a la interrelación propia de los pueblos. «Esa semana hubo un poco de psicosis en la localidad, pero por suerte se trató de un caso aislado y leve», comenta el primer edil.

En el caso de Sant Jordi, el ayuntamiento intensifica las labores de limpieza ante el aumento de actividad turística este mes de agosto. El consistorio, junto a agricultores voluntarios, potencia la desinfección tanto del casco urbano, como de la urbanización Panorámica Golf, donde realizan esas labores tres empresas locales de mantenimiento, a las que hoy se incorpora una cuarta.

FRONTERA CON ARAGÓN

En la comarca del Alto Palancia está otro de los pueblos que no ha tenido, hasta ahora, positivos por covid-19: el Toro. Aunque es un municipio limítrofe con la provincia de Teruel --Aragón es la región de europa con más casos--, sus vecinos no viven su situación geográfica con preocupación. «Es inevitable que haya una cierta inquietud por la situación actual, aunque tomamos medidas y, entre otras cosas, desinfectamos tres días por semana. Nosotros tenemos veraneantes que vienen de Barcelona, pero han llegado menos que otros años al no haber fiestas de agosto», explica el alcalde, Alberto Lázaro, quien destaca la importancia de «proteger y cuidar a los mayores».

LA POBLA DE BENIFASSÀ

En municipios pequeños la existencia de personas enfermas por covid-19 produce una alarma generalizada, pues es fácil haber tenido contacto directo con el enfermo o sus allegados. En este sentido se pronunció el alcalde de la Pobla de Benifassà, David Gil, cuando se detectó recientemente un positivo entre sus habitantes y el pueblo decidió cerrarse. «Por el bien de todos y en especial de los mayores, es absolutamente imprescindible que seamos responsables y cumplamos las recomendaciones sanitarias para evitar rebrotes». En aquel momento Gil fue un paso más allá y cerró todos los establecimientos públicos del municipio hasta que tuvieron los resultados de las pruebas que se practicaron a la totalidad de la población.

En Morella, donde la pandemia golpeó con fuerza a la residencia de la tercera edad --hubo 23 fallecidos--, la preocupación es palpable y toda precaución es poca. En estos momentos hay varias personas infectadas que siguen en escrupulosa cuarentena.

TURISMO COMO OXÍGENO

En la capital dels Ports el turismo de interior ha supuesto un balón de oxígeno y desde el consistorio hacen un balance positivo de la temporada. «Hay datos esperanzadores, pues aunque el turismo internacional baja un 80%, se ha compensado con la fidelización de los visitantes nacionales», dicen.

En otras localidades de la comarca como Cinctorres también trabajan para blindar a sus vecinos y protegen, con especial celo, a sus mayores. La alcaldesa, Mireia Mestre, celebra no tener ahora positivos y admite que ante cualquier sospecha, hay «mucha preocupación». «Todos nos conocemos y mantenemos una excelente relación, casi familiar», recalca.