Desescalada es la palabra de moda, la que todos repiten y la que la RAE no recomienda utilizar (los académicos abogan por evitar los calcos del uso del inglés to escalate). Es sinónimo de reapertura de bares y negocios, vuelta al trabajo o encuentros con familiares y amigos. Sin embargo, el desconfinamiento (otro de los nuevos términos que ha traído la pandemia) no está siendo, ni mucho menos, igual para todos.

La población reclusa de la provincia (concentrada en las cárceles de Castelló y Albocàsser) vive esta crisis sanitaria internacional del coronavirus con unas dificultades especiales. Si bien es cierto que el encierro repentino no tuvo en ellos el mismo efecto directo que en el resto de la población, sus escasas libertades se han visto seriamente mermadas por la pandemia y la desescalada va, en su caso, muy poco a poco.

Los protocolos ante casos sospechosos del covid-19 se extremaron desde el inicio ante el riesgo de un contagio masivo en los centros penitenciarios. No es para menos. Como señalan sindicatos y médicos, la entrada del virus en prisión podría tener consecuencias muy graves al no poder garantizar la distancia de seguridad entre presos.

Ningún reo positivo

Por el momento, ninguno de los dos centros de Castellón han tenido casos positivos entre sus casi 1.800 internos (un reo de Albocàsser fue ingresado en el Hospital General al presentar síntomas compatibles, pero las pruebas descartaron la infección, como ya publicó este periódico).

Por su parte, entre los funcionarios de prisiones de la provincia se han dado únicamente 11 positivos por covid-19 en Albocàsser (hay más de medio millar de trabajadores) y un único afectado en la capital de la Plana.

Desde que fue decretado el estado de alarma en España, no se han vuelto a celebrar vis a vis entre los muros de las prisiones, por lo que ha sido imposible para los reclusos reunirse con sus familiares. Instituciones Penitenciarias sí reanudó a finales de mayo las visitas de las familias a los presos, aunque solo en locutorios con mamparas. Según fuentes consultadas, se permite la entrada a un máximo de dos personas y las visitas son de martes a domingo, dedicando el lunes para la desinfección de la zona.

Pese a que este tipo de encuentros con medidas de protección están permitidos, no sirven para todos aquellos presos cuyas familias no residen en la provincia. Y es que los desplazamientos entre provincias no están permitidos todavía en fase 2 (lo estarán en el nivel 3 dentro de la Comunitat Valenciana). Es el caso de la gran mayoría de los internos de Albocàsser, la mayor de las dos prisiones y cuyos reclusos provienen de muchas partes de España.

Aislados tras un permiso

Otra de las particulares medidas que debe afrontar la población reclusa la encuentra al regresar de un permiso penitenciario (normalmente de cinco o siete días). Los internos deben permanecer en aislamiento preventivo 14 días para asegurar que no son portadores del virus. En lugar de ir a su celda y convivir con el resto de los reos, se quedan en el departamento de ingresos.

Lo mismo sucede cuando deben acudir al hospital por cualquier motivo de salud o a los juzgados. Al regresar, están obligados a aislarse durante 14 jornadas. Según fuentes de prisiones consultadas, muchos de los presos llegan, incluso, a rechazar acudir al hospital por motivos médicos para no tener que permanecer solos a su vuelta al centro penitenciario.

Los reclusos no suelen llevar equipos de protección individual. Solo llevan mascarillas y guantes aquellos que trabajan en las cocinas, talleres, lavandería o en gestión de residuos.

La distancia entre presos

Durante los horarios de comidas, las cárceles de Castellón intentan hacer turnos para espaciar a los internos y evitar masificaciones, aunque después conviven en el patio con normalidad. Desde los sindicatos inciden en que mantener las distancias en prisión es muy complicado, por no decir imposible.

Debido a la situación excepcional provocada por el coronavirus, los reos tienen permiso para permanecer en sus celdas si lo desean durante las mañanas y las tardes (antes estaban obligados a salir al patio).

Videollamadas a familiares

La suspensión de los vis a vis el pasado 12 de marzo como medida de prevención supuso un mazazo para la población reclusa y sus familias. Por ello, han aumentado desde entonces tanto el número de llamadas, como el tiempo para hacerlas. Incluso han adquirido dispositivos electrónicos para la realización de ciertas videollamadas autorizadas. Las mismas tienen una duración de cinco minutos y permiten a los internos ver a sus allegados en momentos concretos, tales como después del nacimiento de un bebé.

Sin vis a vis no hay droga

Al haber suspendido hasta nuevo aviso los vis a vis, la introducción de droga en las cárceles por esta vía ha desaparecido. Fuentes de prisiones aseguran que todas las restricciones derivadas de la pandemia han erradicado la introducción de estupefacientes. Es vox populi que las visitas son el momento que aprovechan muchos reclusos para conseguir cocaína, heroína o hachís. Los tribunales de Castellón juzgan casos de este tipo cada mes. Entre los internos hay ahora más síndrome de abstinencia, pero compensan la falta de drogas con la ingesta de medicamentos.