La Comunitat Valenciana es la autonomía peninsular con la incidencia más baja del virus y Castellón es la provincia que tiene un porcentaje de casos activos de covid menor en la Comunitat. A nivel autonómico, un total de 153,16 casos cada 100.000 habitantes en los últimos catorce días (7.664 positivos). En los últimos siete días la incidencia acumulada es de 79,84 casos cada 100.000 habitantes (3.995 contagios diagnosticados), según los datos del Ministerio de Sanidad. Unas cifras que sólo mejoran las islas Baleares (150,68 casos de incidencia acumulada en los últimos catorce días) y Canarias (81,41 positivos en el mismo periodo).

Las cifras de hospitalizados, ingresados en unidades de cuidados intensivos (UCI) y fallecidos no han alcanzado los datos del pico de la pandemia. Actualmente hay 808 personas ingresadas por complicaciones de la covid-19 y 125 en UCI, frente a los 2.200 pacientes que llegaron a precisar hospitalización en la primera semana de abril. La pregunta surge sola. ¿Por qué ha pedido la Generalitat el estado de alarma y ha decretado el toque de queda?

La respuesta está en la explosión de casos de las dos últimas semanas. Y que tal vez pueda explicar el «efecto» 9 d’Octubre y la festividad del día del Pilar, que en la Comunitat Valenciana suele aprovecharse para organizar paellas familiares o con amigos, entre otras opciones de ocio personal.

Fechas del calendario que, coincidencia o no, han provocado que la semana pasada fuera la peor de la nueva normalidad con un total de 5.066 contagiados, la máxima cifra desde que se contabilizan los contagios en pacientes también leves. Otro récord se sumó el sábado a la preocupación por la situación. La actualización de datos ofrecida por Sanidad desveló un total de 1.690 casos positivos nuevos, «el máximo registrado hasta ahora en la Comunitat Valenciana», según desveló Ximo Puig en su comparecencia institucional para anunciar la prohibición de salir nocturna (desde la medianoche hasta las seis de la mañana) y la petición del estado de alarma.

A pesar de estas cifras, la Conselleria de Sanidad aún no se ha pronunciado sobre oficialmente sobre qué nivel de alerta debe fijarse para la Comunitat Valencianos (bajo, medio, alto o muy alto) acordado el jueves entre el Gobierno y las comunidades autónomas en el documento «Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de la covid-19». Una especie de semáforo que, en función de parámetros como la incidencia acumulada de diagnosticados en los últimos catorce y siete días, el número de pruebas que se realiza y el porcentaje de positivos o la ocupación de camas de hospitales o de UCI por enfermos de coronavirus.

La Comunitat Valenciana tenía la mayoría de indicadores en la zona media, aunque algunos a punto de cambiar la luz del semáforo de naranja a rojo. De hecho, del jueves al viernes ya se estaba al borde de cumplir con uno de los indicadores del nivel 3 o rojo al pasar de una incidencia de 142 casos por 100.000 habitantes a los 153,16 positivos. El límite para considerarse nivel rojo es 150 positivos. La estadística de hospitalizaciones ofrece mejores perspectivas ya que los casos de la covid-19 representan el 7,38 % de las camas hospitalarias valencianas y los casos críticos el 12 %.

Son los datos que han llevado a la C. Valenciana a adelantarse a los acontecimientos. Sobre todo ante la festividad de Todos los Santos del 1 de noviembre y la importada celebración de Hallowen la noche del 31 de octubre, en la que proliferan las fiestas nocturnas. «No podemos perder tiempo. La situación empeora y hay que reaccionar con contundencia. Perder tiempo, en este momento, significa perder vidas, empleos y bienestar», aseguró Puig al anunciar que instauraba el toque de queda hasta el 9 de diciembre.