La ley no le permite, como pretendía, firmarlos, pero el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha conseguido estampar su nombre en los cheques que 70 millones de estadounidenses recibirán como parte del paquete de estímulo aprobado por el Congreso para paliar el golpe económico de la crisis del coronavirus. La decisión, que no tiene precedentes, ha sido desvelada por 'The Washington Post' y es una muestra de la politización de la crisis por parte del mandatario, que a menos de siete meses de enfrentarse en las urnas a su reelección intenta sacar rédito político de la ayuda pactada por demócratas y republicanos, parte de un histórico rescate de dos billones de dólares.

Por orden del Departamento del Tesoro, los cheques de 1.200 dólares que el IRS (Hacienda) empezará a enviar en los próximos días llevarán escrito Presidente Donald Trump en el espacio izquierdo dedicado a identificar el motivo del pago, bajo una línea en la que se leerá Pago Impacto Económico. Quienes los recibirán son, sobre todo, personas de bajos ingresos, pues el cheque en papel solo se envía a aquellos contribuyentes de los que Hacienda no tiene información bancaria. En los ingresos directos en cuenta que han empezado a recibir otros 80 millones de estadounidenses, el nombre de Trump no aparece en ningún sitio.

RETRASOS

Según han explicado fuentes de Hacienda al Post la inscripción del nombre de Trump podría provocar ligeros retrasos de varios días en el envío de los cheques, pues hay que realizar cambios y pruebas en el código informático con el que se realizan e imprimen. Desde el Tesoro, no obstante, una portavoz ha asegurado que no habrá retrasos en absoluto y que los cheques empezarán a enviarse la semana que viene a tiempo y exactamente como estaba previsto.

Trump sugirió en privado al secretario del Tesoro, Steve Mnuchin, que quería firmar los cheques pero la ley se lo impide, pues obliga a que los firme un funcionario civil. La decisión final de estampar su nombre en el memorando de pago, en cualquier caso, sacude un departamento de Hacienda que ha luchado para eludir las muestras de partidismo. Después de que Richard Nixon usara las auditorías para acosar a quienes consideraba enemigos políticos, el Congreso aprobó leyes para asegurar el funcionamiento apolítico de la agencia fiscal.

Los impuestos se supone que son apolíticos, es así de simple, le ha dicho al Post Nina Olson, durante 18 años defensora nacional del contribuyente dentro de Hacienda. Ella ha recordado que, por ejemplo, la Administración de George Bush repartió cheques de entre 300 y 600 dólares para compartir la bonanza económica en 2001 e intentó entonces acompañarlos de una carta en la que la Casa Blanca quería arrogarse el crédito por devolverles su dinero. El comisionado del IRS entonces se negó por considerarlo demasiado político.