Lady Gaga iluminó el domingo el estadio de la Super Bowl con una actuación vibrante que no incluyó grandes gestos contra el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pero sí mensajes patrióticos y sutiles referencias a la integración de grupos como los homosexuales, los afroamericanos o los latinos. Con saltos al vacío, juegos pirotécnicos y hasta 300 drones que dibujaron estrellas a sus espaldas, la cantante estadounidense prefirió el espectáculo a la polémica en su actuación de la gran final de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL), la Super Bowl.

En un momento de división política en EEUU, Lady Gaga quiso llamar a la unidad patriótica al comenzar su actuación desde lo alto del estadio NRG de Houston con una mezcla del himno God Bless America, la canción This Land Is Your Land y el juramento de fidelidad a la bandera.

Vestida con un body plateado de manga larga con hombreras, pedrería dispuesta en líneas verticales y unas botas altas a juego, la rubia cantante entonó las primeras notas mientras detrás, el cielo parecía estrellarse

Se trataba, en realidad, de 300 drones de la compañía Intel que después dibujaron la bandera estadounidense, una parte del espectáculo que tuvo que grabarse antes de la Super Bowl para cumplir con las reglas gubernamentales sobre aviones no tripulados.

Lady Gaga se lanzó a continuación al vacío y, sostenida por cuerdas, comenzó a cantar desde una torre su éxito Pokerface, saltando y dando volteretas en el aire, antes de bajar al escenario en medio de un magnífico despliegue de pirotecnia.

La cantante optó por mensajes políticos sutiles, como su canción Born This Way, un himno en defensa de los homosexuales, y por algunos pequeños gestos, como por ejemplo, el abrazo a una joven afroamericana del público, mientras cantaba Stay (Quédate), el último verso de su nuevo sencillo Million Reasons.

EL DESLIZ

Horas antes de actuar, la cantante de Bad Romance ya empezó a calentar motores narrando en las redes sociales su participación en los ensayos y cómo se hizo acompañar de sus padres en el backstage.

Con look total black -formado por un crop top y falda mini por delante y con cola por detrás- se paseó por las bambalinas y por el césped del estadio. Entre caminata y caminata hizo un alto para liberar los pies de sus taconazos negros y se sentó sobre la hierba a otear las gradas con sus gafas de sol también negras. Pero la falda era tan corta de tela que a la artista casi se le vio su zona más íntima, para deleite de fotógrafos. Falsa alarma, lo único que se vio fue una pieza holgada de lencería beige; discreta, sí, y algo equívoca, también.

Muchos fans esperaron, sin éxito, que Beyoncé apareciera en el escenario para cantar con ella Telephone, el dueto que ambas popularizaron en 2009 y que finalmente interpretó Lady Gaga en solitario pese a los sonados rumores sobre una posible intervención de la diva negra del pop.

No hubo, de hecho, ningún artista invitado en la actuación de la edición de este año, como sí ocurrió el pasado. El broche final llegó justo después, cuando, al grito de «¡Super Bowl 51!», Lady Gaga tiró su micrófono al público y agarró un balón que le lanzaron antes de saltar al vacío desde una plataforma.

El vicepresidente de EEUU, Mike Pence, contempló el espectáculo desde el propio estadio en Houston, y el presidente Donald Trump lo vio en una fiesta en West Palm Beach (Florida), donde pasó el fin de semana en su mansión de Mar-A-Lago.