Escribe Román de la Calle: “Uno de los rasgos más característicos de la personalidad del profesor Wenceslao Rambla Zaragozá quizás sea su persistente inquietud y avezada curiosidad por todo cuanto le rodea. Incluso cabría insistir en que pocas cosas le son realmente a él ajenas, una vez adscritas a su ámbito. Quizás por eso mismo intenta siempre participar en cuantos registros le son accesibles, eso sí, sin por ello relajar sus intereses inmediatos, operativos y cotidianos, enmarcados por su propia circunstancia vital”. Suscribo todas y cada una de estas palabras, sin dudar. De hecho, escribí una vez que Rambla es “un ser inquieto que busca con especial ahínco crear un lenguaje propio, depurado y revolucionario”.

Al adentrarse en su producción artística uno es capaz de percibir la poderosa imaginación que posee, una imaginación que traspasa límites, que juega y se divierte, que sugiere. A lo largo de su trayectoria ha logrado crear un estilo pictórico que le es propio. El espectador que pose su mirada frente a una de sus obras identifica, al momento, el trazo de su autor. Ese diálogo entre arte y diseño, ese “juego entre el cálculo y la espontaneidad” --en palabras de De la Calle--, conforma una dicotomía que le permite seguir proyectando placeres sensoriales.

Si a todo ello le añadimos esa particular --por no decir casi obsesiva-- investigación por el color, obtenemos una construcción que parte de su espacialidad, texturas y gestos, una construcción de imágenes que se sitúan “en un punto intermedio entre la lógica y la intuición, en la sugestión y la memoria”, como ya incidiera en el artículo Lógica e intuición, el arte de Wences Rambla que sirvió para ilustrar el catálogo de la exposición que el Centre Ovidi Montllor le dedicó el pasado octubre del año 2013 --ruego perdonen el autobombo--.

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No supe en esas fechas que unos meses más tarde, concretamente en febrero de 2014, la Diputación Provincial de Castellón iba a publicar El universo artístico de Wences Rambla, un libro que recorre su nutrida trayectoria artística del profesor Rambla a través de los textos de Román de la Calle, Daniel Giralt-Miracle y Rosalía Torrent. Esta obra, además de hacer justicia a uno de los artistas más importantes de la segunda mitad del siglo XX valenciano, permite conocer de cerca sus orígenes, sus anhelos, aquellos detalles que le han conducido a dedicar su vida al análisis estético, a provocar/reconsiderar un diálogo creativo con/frente a la realidad. En este sentido, podríamos hablar del diseño sensible de la idea, aquella que emerge de su mente y que busca, mediante el cromatismo delicado y la geometría, responder a un enigma: ¿cómo definir el mundo de lo sensorial? ¿cómo plasmarlo en un lienzo?

La minuciosidad en el trazo, su coherencia semántica y esa geografía espacial le permiten interpretar ese mundo de lo simbólico, esa naturaleza onírica que le seduce y que, a la postre, seduce también al espectador. No obstante, para alcanzar ese punto Wences Rambla --donde los paisajes mentales y geometrías dulcificadas e impactantes son protagonistas--, ha necesitado explorar otros campos. Recuerden, nada le es realmente ajeno. “Necesito pintar porque necesito saber”, dijo una vez el propio Rambla, como bien recuerda Rosalía Torrent en este excelente catálogo.

A través de la publicación ‘El universo artístico de Wences Rambla’ observamos esos primeros pasos personales que se enmarcan dentro de una trayectoria informalista que hizo del estudio de la materia la razón de ser de su pintura. De ahí centraría su atención en crear una pintura de raigambre social --plasmada dentro de las coordenadas de una figuración de corte crítico-- donde se denuncian las situaciones límites a las que el ser humano se ve abocado. Ya en la década de los ochenta, la geometría lírica guió sus pasos hasta convertir la obra de arte en expresión de sus apreciaciones estéticas más hondas. Esos procesos dieron paso al paisajismo de elaboración mental que hoy identificamos y del que ya hemos escrito.

Asimismo, esta retrospectiva y/o homenaje por sus cuatro décadas al servicio del arte y la docencia, me ha permitido descubrir otro Wences Rambla que desconocía por completo, el Wences Rambla fotógrafo. He aquí, que vuelvo a sorprenderme.

SU FOTOGRAFÍA

La profesora de Estética y Teoría de las Artes de la Universitat Jaume I, Rosalía Torrent, es quien desvela parte de ese universo fotográfico de Wences Rambla --universo, insisto, desconocido por muchos, incluido yo--. Torrent comenta que en esta faceta “encontramos a un creador que gusta, a la vez, de mostrar la realidad a modo de documental al mismo tiempo que desvela su lado jubiloso, el Dionisos que llevamos dentro”. Y es que, “a Wences Rambla le puede la belleza; por ello no podrá exponer sin más lo hallado en el día a día, sino explorar, en lo cotidiano, todo su potencial poético”. Sorprenden, pues, esas composiciones de carácter surrealista, esas instantáneas que buscan precisar una intencionalidad, esos retratos de la exuberancia propia de la naturaleza salvaje, el dramatismo de los campos de concentración --Torrent habla aquí de un fotógrafo que “no es un atrapador de instantes, sino el constructor de historias de la historia”--, las fisonomías de aquellos personajes anónimos...

Existe, en Wences Rambla, una creatividad plástico-visual consustancial con su forma de ver y su persistente deseo de conocer. Necesita de la pintura y la fotografía para “apresar la realidad, de constituirla, tras escrudiñarla en sus diversos aspectos, de plasmarla de diferentes maneras”, escribe Rosalía Torrent. Suya es la razón.

La experiencia estética es, en definitiva, aquello que ansía alcanzar el castellonense. Esta experiencia no es puramente racional sino que excita nuestra sensibilidad y, lo que resulta aun más llamativo, forma parte de las experiencias que podríamos llamar vitales. El arte y la vida, la vida como arte, el arte de vivir y de construir, la creación e imaginación de un todo que es un YO. En la obra de Wences Rambla uno logra vislumbrar ese cúmulo de emociones que configuran su ser y estar, a través de su arte él se muestra ante nosotros, fiel a sí mismo, sincero.