Decía Sergio Pitol que “la realidad, por lo visto, se dice rica en golpes bajos, no en grandes hazañas”. Imagino a Pitol con una sonrisa traviesa al pronunciar tales palabras, no exentas de ironía. No obstante, y a pesar de ese tono burlón, razón no le falta al autor mexicano. Uno se acostumbra en vida a sufrir más de un revés, pues nada es lo que parece. Por si fuera poco, nos gusta ir a contracorriente; así nuestro día a día resulta mucho más atractivo, ¿no creen? Aunque a muchos de nosotros nos cueste reconocerlo, eso de “meternos en un berenjenal” nos procura momentos de sumo placer. En mi caso, sin ir más lejos, no dudé un segundo en aceptar la propuesta de presentar a Vicente Valero en la librería Noviembre de Benicàssim. Ambos mantuvimos un tête à tête sobre su obra más reciente, El arte de la fuga (Periférica). Como siempre, los nervios se apoderaron de mí, si bien pude controlarlos para disfrutar de esa velada única. Desde aquí doy las gracias una vez más a Mónica y Celia por confiar en mí.

Tras la presentación “oficial” tuvimos ocasión de escuchar de una forma más relajada algunas anécdotas del escritor, poeta y ensayista ibicenco. En ese coloquio estuvo muy presente Walter Benjamin, autor que Valero conoce muy bien ya que es el autor de Experiencia y pobreza. Walter Benjamin en Ibiza, 1932-1933. Este libro da respuesta a muchas preguntas que, durante años, lectores y estudiosos del pensador berlinés se han venido haciendo sobre este periodo de su vida. Entre esos “estudiosos” podríamos destacar ahora la figura de Frédéric Pajak, quien acaba de publicar en España el primer volumen de su Manifiesto incierto (Errata naturae), cuyo subtítulo es Con Walter Benjamin, soñador abismado en el paisaje.

El propio Pajak me reconocía que para abordar este trabajo, en el que explica algunos de los viajes que Benjamin realizó por Europa, leyó con mucha atención su correspondencia, al igual que los breves textos que redactó en la isla de Ibiza y varias de sus biografías, además de servirse del libro de Vicente Valero. Y es así cómo, por arte de magia, se entrecruzan los caminos de Pajak, de Valero y el mío propio en una búsqueda por comprender a un pensador único, como lo fue Walter Benjamin.

¿Qué atrae tanto de Benjamin? ¿Fue su existencia contradictoria y su condición de apátrida? Pajak señala que “su destino trágico tiene mucho que ver en ello. Es una suerte de figura intelectual irrecuperable, un poco como Nietzsche”. El dibujante y ensayista afirma que “Nietzsche y Benjamin están, por razones diferentes, condenados a la errancia. Hay en ellos una dimensión romántica y novelesca que fascina”.

PENSAMIENTO Y REFLEXIÓN // En este Manifiesto incierto --traducido por Regina López Muñoz con su habitual maestría-- cobra especial relevancia el auge del nacionalsocialismo en Alemania. Al igual que muchos otros intelectuales judíos, Walter Benjamin se vio obligado a huir de su patria, deambulando sin rumbo fijo. “Benjamin, precisamente, está entre dos fuegos: Hitler y Stalin”, remarca Frédéric Pajak al preguntarle por esta situación de desarraigado que se ve acrecentada por sus inclinaciones políticas. “Aun cuando evoca una revolución comunista, en la que le gustaría creer, se despega de ella para soñar con una sociedad utópica. Sin embargo, su lenguaje está marcado por el marxismo, sobre todo por el pensamiento dialéctico que hoy en día todo el mundo rechaza”, asegura el autor francés, quien prosigue diciendo que “las contradicciones de Benjamin, entre marxismo y mesianismo, se resuelven brutalmente en el mundo del liberalismo triunfante. Su pensamiento se vuelve obsoleto, pero algunas de sus intuiciones siguen siendo estimulantes, o al menos, enigmáticas”. Quizá por ese motivo, por esa actitud discordante, atraiga tanto la figura de un hombre que vivió por y para interpretar un mundo que se volvió demasiado incongruente, demasiado irracional.

EL PELIGRO, HOY // “Escuchadme --dijo Romain Rolland--, la guerra no acabó todavía, nada acabó por ahora; la humanidad está dentro de una prisión”. Al leer estas palabras no me cabe duda de que Walter Benjamin era consciente de la existencia de esa prisión, y al igual que él, Frédéric Pajak también nos advierte de esa terrible situación. Desde hace ya varios años el ser humano vive una alarmante crisis, pero no se trata únicamente de una crisis económica, como parecen empecinados en subrayar ciertos poderes, no. El ser humano sufre en la actualidad, en los inicios del siglo XXI, una crisis de la moralidad, de la ética, y ese desequilibrio, ese sinsentido, puede conllevar peligros terroríficos, como la vuelta a un mundo donde la crueldad sea ama y señora de todo y de todos.

En este ensayo gráfico, Pajak, además de centrarse en las vivencias del intelectual alemán, también ofrece de forma paralela un relato personal o testimonio sobre el florecimiento de nuevos movimientos fascistas en Europa. “El neofascismo de hoy en día es asunto de grupúsculos. Sin embargo, el populismo del que procede es mucho más amenazador, con la particularidad de que tendrá que contemporizar, lo quiera o no, con el liberalismo más salvaje”, advierte el francés. ¿Será, por tanto, que nunca aprendemos de nuestros errores? Ante tal cuestión Pajak responde de forma clara y contundente: “Vivimos una época de confusión extrema. Se trata de una incertidumbre en el mal sentido del término, una incertidumbre que no tiene nada de creación, que es una sumisión, que es, por hablar con una nueva palabra, ansiogénico. Esta incertidumbre obedece a la violencia económica, a la tiranía del liberalismo, y a la violencia sin adjetivos, por ejemplo, el terrorismo, nacido de nuestra guerra en Oriente Medio”.

Manifiesto incierto es, por tanto, mucho más que un simple relato sobre los viajes de Walter Benjamin. En ese ejercicio intelectual, donde Pajak intercala el diario personal con el diario de viaje, en el que aporta anotaciones de lecturas y curiosidades, el lector tiene la oportunidad de, como dice el propio Pajak, “rehabilitar nuestro pasado”, ya que parecemos empecinados en sumergirnos en la violencia, en una ceguera que nos conduce irremediablemente hacia “una extraña noche, una noche oscura que no comienza ni tiene fin”.