La cantinela se oye desde hace tiempo: los 40 son los nuevos 30. Y aplica no solo a las mujeres corrientes, sino también a las deportistas, que en los últimos años le han ganado una década a sus carreras en la élite. Ahí están para constatarlo Serena Williams (38), Laia Palau (40), Silvia Navarro (40), Sandra Sánchez (38) o la incombustible Oksana Chusovitina.

La gimnasta uzbeka es un caso extraordinario: salvo imprevisto, disputará sus octavos Juegos Olímpicos en Tokio 2020 con 45 años. "Definitivamente quiero estar en Tokio. Es un sueño. Todavía me divierte mucho practicar gimnasia", afirmó Chusovitina el pasado octubre, antes de asegurar su plaza olímpica en el Mundial de Stuttgart.

"Ahora no necesito entrenarme tanto. Conozco mi cuerpo y tengo memoria muscular. Antes de cada salto, lo visualizo y lo hago", explicó la ganadora de dos medallas olímpicas y 11 mundiales.

Harina de otro costal, dirían quienes sólo vivieron la época en la que las gimnastas competían, como mucho, hasta los 25 y la mayoría de deportistas se retiraban en torno a los 30. Hoy ya no lo es tanto. Única en su disciplina, Chusovitina comparte con muchas otras deportistas los secretos de una longevidad cada vez más frecuente. Sin ir más lejos, en el último maratón de Nueva York, cuatro de las 15 primeras clasificadas superaban los 40 años y todas ellas habían sido madres ya.

"La larga distancia y los deportes de resistencia son más benévolos para el aparato locomotor y siempre han permitido competir hasta una edad más avanzada, pero eso no quita que, hoy en día, se ha mejorado mucho en los sistemas de entrenamiento y en la planificación de las temporadas", apunta Victoria Pons, jefa del Departamento de Fisiología y Nutrición del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat del Vallès.

Ciencia aplicada

"Se cuida la alimentación, se controlan los descansos y la reposición para compensar la agresión oxidativa y hay profesionales que se ocupan específicamente de la preparación física al margen de la técnica o de la táctica", detalla Pons a EL PERIÓDICO.

Lo que relata la especialista es sinónimo de profesionalización; de mayor dedicación en mejores condiciones; de abandono progresivo del 'amateurismo' en favor de una práctica mucho más científica, que ayuda a preservar el cuerpo y, por tanto, contribuye a alargar la carrera deportiva.

"Cuando yo empecé, hace unos 17 años, todo eso no existía. Teníamos un entrenador para todo y hoy resulta evidente que una sola persona no puede saber de todo", señala la marchadora Beatriz Pascual, olímpica en Pekín 2008, Londres 2012 y Río 2016.

"Yo solo pude disfrutar mis dos últimos años de ese trabajo multidisciplinar que se hace ahora con preparadores físicos, recuperadores, nutricionistas, psicólogos y entrenamientos funcionales. Todo está mucho más adaptado a las necesidades de cada cual", continúa la atleta catalana. "Si hubiera tenido esas condiciones desde mis inicios, no sé si habría llegado más afinada a las competiciones, pero sí creo que habría prevenido algunas lesiones", añade.

La maternidad

Pascual se retiró hace poco más de tres meses después de que la tercera artroscopia de su carrera la alejara definitivamente del nivel competitivo que aún quería recuperar. Lo hizo con 37 años y después de haber regresado a las pistas tras haber sido madre.

Beatriz Pascual, compitiendo en Río-2016. / ARCHIVO

"Después de los Juegos de Río, tuve claro que quería parar para formar mi familia. Había cerrado un ciclo olímpico, también había acabado mis estudios y mis prioridades eran otras. Y no sabía si volvería a competir después de la maternidad", cuenta Pascual a EL PERIÓDICO.

"A los ocho meses de tener a mi hijo empecé a entrenarme, vi que me recuperaba bien y que aún tenía el gusanillo, que quería volver a competir para sentirme de nuevo atleta", prosigue la marchadora que en la primera década de los años 2000 se proclamó campeona de España en casi todas las categorías de su especialidad.

"'Si aún tengo ganas, ¿por qué no aprovecharlo ahora que aún puedo?', pensé. El deporte es una manera de vivir, una adicción. Es cierto que también conté con el apoyo de mi pareja y mi familia y con la ayuda de la Federación para poder volver. Después, tuve la mala suerte de la lesión, pero mi idea era estar en Tokio, en mis cuartos Juegos", añade Pascual, licenciada en Farmacia y Bioquímica y doctora en Genética molecular.

Redefinir el papel de la mujer

Su caso ilustra perfectamente el cambio cultural que, con el nuevo milenio, redefinió el papel de la mujer en la sociedad y en el deporte como parte de ella. Más allá de la creciente formación académica, en muchos casos, la maternidad se pospuso hasta edades más avanzas o se descartó. En otros, y esto es mucho más reciente, se incorporó a la carrera profesional sin que supusiera su fin.

"En los últimos años, ha habido una voluntad político-social de fomentar el deporte entre las mujeres. La maternidad se afronta de otra manera y, además, la conciliación familiar es más fácil que en el pasado", conviene Pons.

Serena Williams, con su hija en la Semana de la Moda de Nueva York. / SETH WENIG (AP)

"Nuestra realidad cultural ahora es diferente. Las mujeres queremos desarrollar al máximo nuestra carrera y estar al máximo nivel todo el tiempo que sea posible", apunta Anna Benito, psicóloga responsable del Servicio de Atención al Deportista (SAE, en sus siglas en catalán) del CAR de Sant Cugat.

"Yo, por ejemplo, no me he encontrado con ningún caso de deportista que quisiera abandonar su carrera para ser madre", asegura en conversación con este diario.

Ingresar en el mercado laboral

Junto a otros profesionales, Benito acompaña a los deportistas que lo deseen durante su carrera profesional y los ayuda a preparar la retirada. Enfrentarse a otro tipo de vida y al mercado laboral no siempre es fácil para gente que sólo ha conocido el deporte.

"Es cierto que, pese a tener mucha formación y un muy buen currículum, yo tenía mis miedos. Mi experiencia profesional era muy poca y tenía dudas sobre si me contratarían con tan poca experiencia a mi edad", confiesa Beatriz Pascual. "Pero no alargué mi carrera deportiva por esos miedos, sino porque seguía teniendo ganas de competir y no las quería desaprovechar", aclara la exmarchadora.

Laia Palau, en un entrenamiento de España el año pasado. / JORDI COTRINA

En tiempos en los que nuestros cuerpos llegan mucho menos castigados a edades más avanzadas, como recuerda Pons, esa inagotable motivación es la que también ha permitido que Serena Williams, Laia Palau y Chusovitina ganen una década para su deporte. Su ejemplo, cree la experta, inspirará y cundirá.